Huir de los supermercados tradicionales, con sus zumos de frutas sin fruta, sus estrategias de marketing para que compres hasta lo que no puedes, sus 'corner' de degustación y sus rebajas por Navidad. Sí, se puede y así lo intentan los mercados cooperativos, proyectos vecinales con mucho de social que buscan escapar del modelo 'come lo que te venden para que elijas lo que comes', porque el objetivo es "empoderar a la personas" y "convertir la alimentación en un servicio, no en un negocio" .
Son 10 compañías que controlan lo que come todo el planeta: Nestlé (Suiza), PepsiCo (EE. UU.), Unilever (EE. UU.), Coca-Cola (EE. UU.), Mars (EE. UU.), Mondelēz (EE. UU.), Danone (Francia), Associated British Foods (Reino Unido), General Mills (EE. UU.) y Kellogg’s (EE. UU.), según datos de la ONG Oxfam. La idea de los mercados cooperativos es romper ese cerco y descubrir que hay más alimentos con y a pesar de los grandes monopolios del mercado alimentario para implantar un sistema "más sostenible y más sanos".
Un mercado cooperativo es una propuesta diferente, como dice Tomás Fuentes, fundador de La Osa y socio número 1 uno de los primeros mercados cooperativos de España. Eran 700 'frikis' de la alimentación sana en 2014 y ahora son más de 1.000 personas, cada vez más conscientes de "que no queremos seguir comiendo mal."
"Los supermercados cooperativos son tiendas donde las personas pueden hacer todas sus compras con la particularidad de que los clientes y clientas son propietarios y toman las decisiones sobre qué tipos de productos queremos, qué se hacen con los beneficios que se generen, o qué precio tenemos que poner a nuestros productos", asegura Fernando Navalón, Coordinador de la Red de Supermercados Cooperativos de España y con esa perspectiva se crean estas empresas sin ánimo de lucro, como alternativa a las grandes superficies, basada en una relación ética con productores, proveedores y consumidores.
Hay una zona para dispensadores de legumbres, de cereales, de frutos secos y fruta deshidratada a granel; se insta a que usemos nuestros envases y las marcas que veo en los estantes no son las de la publicidad, ni las habituales de los supermercados tradicionales. Eso en buena medida es porque estas cooperativas están hechas a base de "sus socios", que son al mismo tiempo propietarios. "El socio es el dueño, no solo el cliente". Tiene voz y voto, puede decidir "qué quiere consumir, qué quiere que traigamos a la tienda", afirma. "Lo que queremos,es la soberanía alimentaria", subraya Tomás Fuentes.
Navalón, por su parte, asegura que el objetivo de estas tiendas cooperativas es "convertir la alimentación en un servicio, no en un negocio, para la comunidad; vecinos y vecinas que queremos alimentarnos de manera diferente apostando por un producto más local, más sostenible, producto ecológico y sobre todo con el precio justo para el consumidor, pero también para los proveedores", algo que no garantizan las multinacionales de la alimentación .
"El modelo de alimentación actual basado en la explotación de los productos alimentarios para sacar el máximo beneficio económico tiene consecuencias sociales y ambientales. Las primeras se reflejan en la salud de las personas." Y aquí están los datos de la OMS que hablan de una obesidad infantil en España por encima de la media europea con un 39% de niños con sobrepeso de 7 a 9 años y el 16% obesidad.
Para contrarrestar ese modelo de comer por comer surgen estos "proyectos colectivos" a los que se suman "muchas personas. "Los sostenemos porque nos los creemos. No somos un grupo de empresarios, sino que la base social son vecinas y vecinos que decidirán el rumbo del supermercado. Los mercados cooperativos nacemos para transformar el sistema alimentario desde la producción hasta el consumo".
En los pasillos de estos supermercados no hay frutas enceradas, que brillan como para una exposición; abundan las verduras y productos de estación y la lista de proveedores es consultable y cada socio -en asamblea- puede proponer marcas o productos, a incluir en los estantes.
"El 80% de los que vendemos aquí es producido en España", me dice Tomás del mercado cooperativo de Tetuán, un convencido de que este es un modelo que irá a más, aunque admite "que es difícil cambiar la mentalidad y de todo los que nos dicen los medios, la publicidad desde que naces".
Los precios de los mercados cooperativos no son más bajos que los de las grandes superficies, pero "son más sanos", defienden ambos, pero además la relación con los proveedores "es más justo".
"El sistema alimentario actual está basado en la insostenibilidad, los alimentos más económicos son aquellos menos saludables. Un paquete de magdalenas de 1 euro está lleno de azúcares y de grasas, pero la gente lo compra porque es muy barato. Nosotros defendemos un precio justo para los consumidores y los productores”, argumenta Fernando Navalón a mi observación de que los precios están por encima de los supermercados más populares.
"Los supermercados cooperativos no tienen ánimo de lucro, pero no somos un banco de alimentos, ni un comedor social", me aclara Tomás Fuentes. El objetivo es que "los alimentos estén al alcance, defendemos el derecho a la alimentación, a la soberanía alimentaria, que la sociedad se empodere y decida cómo quiere alimentarse".
Los mercados cooperativos se basan en el reciclaje y la economía circular, los productos llevan el embalaje imprescindible y no vienen desde el otro lado del mundo, aunque cueste más barato. Su modelo no se basa en ofertas, ni en publicidad. El precio es el mismo en Navidad que en Semana Santa. "No se trata de apretar a los productores, el ganadero, sino que seamos más" y de esta forma tener mejores precios.
No hay reponedores contratados y cada socio tiene que dedicar tres horas al mes de trabajo voluntario en el supermercado, reponer productos, limpiar y lo que sea necesario hacer en la tienda.
La idea de los mercados cooperativos surgió en un barrio de Brooklyn, en Nueva York , Estados Unidos. El primero de todos fue el Park Slope Food Coop y sigue funcionado desde hace más de 45 años. Los franceses importaron el modelo y lo pusieron en práctica en París y desde hace década hay tiendas y mercados de este tipo en Bélgica, Irlanda, Luxemburgo y España.
Es un modelo abierto a los ciudadanos; contrario a lo que muchos piensan esto no va de banderas, porque no es una propuesta para una clase de personas, ni se pregunta en la puerta a quién votas, cómo piensas o qué edad tienes.
"No queremos solo veganos o solo carne, no queremos cambiar la ideología, ni la manera de pensar. Queremos que nadie se quede fuera". Lo que no queremos es la venta por internet, porque no queremos las consecuencias que eso tiene", me dice el primer socio del mercado cooperativo de Tetuán, en Madrid, que saluda por su nombre a muchos de los que están comprando.
Hay súper o mercados cooperativos en diferentes lugares de España, en Zaragoza, Valencia, en Cataluña, en Murcia, o como La Osa, en Madrid hasta sumar una veintena -11 en la red de mercados cooperativos-.
Cada uno tiene sus propias normas, en la que los cooperativistas pagan entre 80 y 100 euros para se copropietarios de una empresa que no cotiza en Bolsa, ni reparte dividendos. "Si tenemos beneficios se vuelven a reinvertir en el supermercado, en comprar máquinas de frío, en bajar los precios".
Los españoles pasaron de gastarse 32,5 euros de media en cada compra en 2021 a los 34,6 euros en 2022, lo que supone 4 veces al mes, según un estudio realizado por AECOC Shopperview y Gelt Data Facts. Una cuesta pesada para las familias que han visto una subida simultánea del precio de los combustibles, los alquileres y de todos los productos en general. Cómo encajan en este contexto los mercados cooperativos.
La lucha de los mercados cooperativos es la lucha de David contra Goliat, grupos de personas, que quieren “transformar el sistema alimentario, desde la producción hasta el consumo”.
El coordinador de mercados cooperativos de España considera que son las administraciones públicas las responsables de favorecer una alimentación saludable entre la población y reclama que apoyen estas iniciativas.
"Llevamos años reclamando que se reduzca el IVA a los productos ecológicos, que se promocione su consumo. Que se favorezcan iniciativas como los mercados cooperativos a través de fondos y subvenciones para transformar el sistema alimentario. Sin el apoyo de política públicas es muy difícil hacerlo de forma individual, aunque lo estamos consiguiendo, porque hay muchas familias que lo están haciendo". Sin embargo, es algo que tiene que ponerse encima de la mesa, necesitamos estructuras de distribución centradas en las personas y en el cuidado del medio ambiente, porque es el futuro. Los mercados cooperativos tienen que salir adelante sí o sí".