La reforma de la ley del 'sólo sí es sí' está ahora mismo encallada y va a seguir monopolizando la agenda política a pesar de los esfuerzos del PSOE y de Moncloa por atajar el ruido interno. No hay avances entre PSOE y Unidas Podemos y la herida abierta en el seno del Gobierno de coalición no hace más que agrandarse. Pedro Sánchez dio una orden muy clara de solucionar la crisis cuanto antes para corregir la ley estrella de Irene Montero que ha provocado más de 500 rebajas de condenas a agresores sexuales, pero de momento la reforma se retrasa. Podemos, ERC y Bildu se han aliado contra los socialistas y han frenado en seco su intención de forzar el primer debate en pleno de su proposición de ley para elevar las penas si hay violencia o intimidación la semana que viene.
Es un paso más en la escalada de críticas y cruce de reproches entre socialistas y morados desde que el PSOE decidiese presentar en solitario hace una semana su iniciativa. Este martes se ha pasado de las palabras a los hechos ahondando las diferencias en una votación con consecuencias prácticas. Cada socio del Ejecutivo se ha retratado y ha votado una cosa distinta. Primero, en la Mesa del Congreso, Podemos se ha abstenido en tramitar la proposición por la vía de urgencia que acorta los plazos a la mitad. El PSOE lo ha sacado adelante con PP y Vox. Segundo, en la Junta de Portavoces, ERC y Bildu han impedido que la toma en consideración se debatiese el martes día 21. Podemos no ha llegado a pronunciarse en esa reunión por una cuestión formal, pero también rechaza frontalmente adelantar el debate.
Los socialistas necesitaban unanimidad para poder cambiar el orden del día de un pleno y no la han conseguido. La consecuencia directa es que se retrasa hasta el 7 de marzo la toma en consideración de la iniciativa con el desgaste que tiene para el Gobierno mantener durante varias semanas que todo el foco siga puesto en las desavenencias de los socios que son incapaces de llegar a un acuerdo.
El debate será finalmente la tarde del 7 de marzo, la víspera de las manifestaciones del 8-M, Día internacional de la Mujer y una fecha especialmente simbólica para toda la izquierda y para el movimiento feminista. Si nadie cambia de postura, el Gobierno puede llegar a esa fecha con la crisis abierta en canal. Una imagen que le perjudica ante una cita en la que siempre ha reivindicado su labor por la igualdad, el avance en derechos de las mujeres y la protección de las víctimas. La toma en consideración está garantizada, con independencia de lo que haga Podemos y otros aliados parlamentarios, porque cuenta con el apoyo explícito del PNV y de Ciudadanos y tanto PP como Vox han anunciado que no se van a oponer.
Los cálculos que hacen ahora algunos grupos parlamentarios es que la aprobación definitiva de la reforma podría retrasarse hasta la segunda quincena del mes de abril. En sus previsiones contemplan tres o cuatro semanas de trámite en el Congreso, una vez tomada en consideración el 7 de marzo, más 20 días de trabajo en el Senado.
La fuerte tensión interna no cesa y ahora cada uno pelea por su relato. Las declaraciones de todas las partes escenifican que las posturas están enrocadas aunque todos muestran públicamente su voluntad de llegar a un acuerdo.
El portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, ha pedido propuestas concretas encima de la mesa en vez de tantas palabras y sostiene que la única que contempla que no se produzcan en el futuro más rebajas es la del PSOE. En el partido reconocen que la ley está provocando rechazo en una parte de la sociedad y están empeñados en "parar la sangría, la alarma que se está generando por las rebajas de condenas y la excarcelación de agresores sexuales". "Cuanto antes cerremos la herida de esta ley mejor", aseguró López que se mostró sorprendido por la actitud de Podemos en las votaciones.
El grupo parlamentario mayoritario insiste en que quiere un acuerdo con los partidos que apoyaron el texto. En ese sentido, sobre los posibles votos del PP que en varias ocasiones ha ofrecido su ayuda, Patxi López reprocha al partido de Alberto Núñez Feijóo que nunca ha querido la ley: "Que no nos vengan con cuentos, están en contra de cualquier ley que suponga un avance, que no nos vengan de salvadores".
Pablo Echenique mete el dedo en la llaga de ese posible apoyo del PP para presionar a los socialistas. Argumentan que necesitan tiempo para llegar a un acuerdo y evitar el "escenario trágico" que implicaría que el PSOE votase con los populares y con Vox para volver al Código Penal de La Manada. Una votación que además partiría la mayoría feminista de la Cámara.
En Podemos reivindican que el Ministerio de Igualdad debe tener un papel clave en la negociación y señalan que el equipo de la ministra Irene Montero ha puesto hasta seis propuestas de reforma en las reuniones mientras que los socialistas siempre han presentado la misma. Echenique insiste en que debe producirse una reunión con Igualdad que la propia Montero reclamó este pasado lunes. Para la Delegada de Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, la rapidez en la tramitación no es imprescindible porque lo ocurrido "hacia atrás no tiene remedio". Considera que no hay que legislar "a golpe de titular ni de autos que están equivocados" y denuncia que se haya creado una alarma injustificada.
ERC y Bildu, los partidos que formalmente han impedido que el debate se adelante, han sido rotundos al afirmar que no van a a dar ningún paso hacia adelante ni van a apoyar nada que no tenga el acuerdo de los dos partidos del Gobierno ni el visto bueno del Ministerio de Igualdad. "Sería marciano", "extraterrestre", ha dicho Gabriel Rufián sacar adelante una mejora de una norma "sin las creadoras" de la ley. Los republicanos ya adelantan que tampoco apoyarán la toma en consideración si no hay consenso con la ministra Irene Montero.
Es el mismo argumento esgrimido por Bildu. Los independentistas vascos tampoco contemplan que la reforma de la ley se haga sin Igualdad y aconseja un poco de calma porque "las prisas no son buenas consejeras".
Las posturas entre los socios parecen en estos momentos inamovibles. Y a todo esto, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se sitúa en terreno de nadie reiterando sus llamamientos a cuidar la coalición y advirtiendo de que las formas en política son clave, a veces, hasta más importantes que el fondo.