Génova ha abierto el mercado de los fichajes de invierno recuperando centrocampistas de la cantera que abandonaron el banquillo popular porque no se llevaban con Pablo Casado. Es el caso de los 'sorayistas' Íñigo de la Serna y Borja Sémper a los que Alberto Núñez Feijóo ha confiado la campaña de las autonómicas y municipales de mayo con el objetivo de centrar el partido y terminar de amarrar a los 800.000 votantes socialistas que calculan ahora podrían optar por la papeleta de Feijóo.
No serán los únicos. En el cuartel general del PP ultiman un nuevo fichaje de campanillas para seguir cultivando perfil moderado y centrista.
"Lo que tenemos que atraer es el centro. Son gente que estaba en nuestro equipos y alguna cara más que veréis", adelanta una veterana dirigente mientras muchos en el partido desempolvan una foto de hace cinco años en la que la que fuera la todopoderosa vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, compartía unas pizzas con su entonces equipo de campaña para las primarias que perdió frente a Casado.
Feijóo, que votó en contra de la candidatura de Sáenz de Santamaría con la que no tenía ninguna sintonía. Sin embargo, ha reclutado ya a tres 'sorayistas' de los aparecen en esa imagen. Elías Bendodo fue el primero. Coordinador general del nuevo PP, ahora será el director de campaña de las elecciones de mayo. Ahí están también De la Serna y la expresidenta de Nuevas Generaciones, Carmen Fúnez, flamantes coordinadores del programa electoral. Pero también los exministros Fátima Báñez y Álvaro Nadal que prestan apoyo externo a Feijóo en la agenda económica.
Eso no significa que vayan a descuidar su flanco derecho. Feijóo lo tiene claro. Asumió los mandos del PP para ganar las elecciones y por eso también va a pedir el voto a los votantes de Vox. Para eso no le sirven los 'sorayistas' pero sí perfiles como los expulsados de UPN (Unión del Pueblo Navarro), Carlos García Adanero y Sergio Sayas, los más duros del Congreso contra Pedro Sánchez y sus pactos con los independentistas. De hecho el nombre de Adanero sonó con fuerza para encabezar la moción de censura de Vox contra Sánchez aunque él lo ha negado.
Sayas y Adanero se reunirán con la dirección del PP este mes de enero para terminar de decidir la fórmula con la que podrían integrarse en las siglas del PP, después de que saltaran por los aires las negociaciones con UPN. Su presidente Javier Esparza finiquitó en diciembre la coalición 'Navarra Suma' con la que la formación foralista, los populares y Ciudadanos concurrieron juntos a las elecciones generales de 2019. A Esparza no le sentó nada bien que Génova negociara en paralelo con los rebeldes Sayas y Adanero. Eso mientras el PP reclamaba que sus siglas no quedaran diluidas en Navarra y pugnaban por tener más peso en una teórica candidatura conjunta que ya no será.
La batalla por ocupar el espacio de derecha y centro derecha en la Comunidad Foral se ha desatado en toda su crudeza después de haber ido juntos de la mano a las generales y a las autonómicas bajo distintas fórmulas desde hace tres décadas. El presidente de UPN asegura que "suman más apoyos por separado que yendo juntos". Los populares en cambio acusan a Esparza de estar entregado al 'sanchismo' y de romper con ellos porque "quiere ser el vicepresidente" de la socialista María Chivite.
Con un candidato, Javier García, desconocido para el gran público, las últimas encuestas en Navarra sitúan al Partido Popular como quinta fuerza por detrás de UPN, PSOE, Geroa Bai y Bildu. Ahí entrarían en juego los nombres de Sayas y Adanero para apuntalar la candidatura popular estableciendo líneas de colaboración de cara a las elecciones de mayo y las generales de final de año. Unos fichajes que de concretarse estarían muy bien vistos por el ala más dura del PP. Dirigentes como Cayetana Álvarez de Toledo han declarado en numerosas ocasiones su "respaldo y admiración" a los dos diputados navarros.
Feijóo con una mano exhibe pedigrí moderado fichando a 'sorayistas' mientras que con la otra reparte mandobles contra el presidente Pedro Sánchez. Ayer volvió a elevar el tono al acusar a Sánchez de presidir un Gobierno "intervenido" por los independentistas por primera vez en democracia y de ser un presidente "cautivo" sin poder real y un "subordinado útil" para sus socios. Todo eso para protegerse de los que le acusan de ser un "tibio". "Los tibios no entrarán en el reino de los cielos, y tengo muy claro que la tibieza no ha formado parte de mi biografía política", sentenciaba.