"La he jodido": primeras palabras del conductor del Alvia a un mando policial
Maquinista e interventor ocultaron la llamada previa al accidente del Alvia
La decisiva llamada de 100 segundos: una de las claves del juicio del Alvia
Francisco José Garzón, el maquinista del Alvia, se desmorona en el juicio: "Perdón, perdón, perdón"
El primer mando policial en llegar al accidente del Alvia siniestrado el 24 de julio de 2013 en Santiago ha manifestado este martes en el juicio que el maquinista y acusado Francisco José Garzón Amo le dijo hasta en tres ocasiones "la he jodido" y que había estado circulando "a 190 kilómetros por hora".
En la Ciudad de la Cultura que acoge esta vista oral, este testigo, que formaba parte de la brigada de A Coruña y fue nombrado específicamente para la seguridad de los días 24 (Fuegos del Apóstol) y 25 (Día de Galicia), ha indicado que un policía sacó al conductor de la máquina y lo llevó hasta donde estaba él.
MÁS
El padre de un joven que iba en el tren de Angrois: “El maquinista es una víctima más”
Los datos del juicio por el accidente del Alvia: inicio, duración y petición de cárcel para el maquinista
Arranca el macrojuicio del Alvia por el accidente de tren en Angrois: 500 testigos, 120 peritos,110 abogados y dos acusados
El maquinista del Alvia accidentado fue evacuado por policías para evitar posibles agresiones
Y también ha relatado que Amo tenía una herida sangrante en la cabeza y que se desplazaba por su propio pie.
Al preguntarle a Garzón qué había pasado, la respuesta fue "la he jodido", después mentó la velocidad, y enseguida preguntó si había heridos; en ese momento, como este cargo lo encontró muy nervioso, le contestó "tranquilo, no te preocupes", y la respuesta que obtuvo fue: "¡Cómo no voy a estar preocupado!".
Garzón fue atendido por los sanitarios, que aseguraron que había que evacuarlo, y por eso este superior encomendó a dos efectivos que le acompañasen para evitar potenciales agresiones.
"Ojalá me pasara a mí, he perdido las referencias"
Antes de eso, en los diez minutos que compartieron, el maquinista, que tenía un teléfono móvil, hizo llamadas, pero no sabe a quién ni el contenido.
Uno de los policías que lo custodió en su traslado al hospital ha destacado que otras de las frases del maquinista, surgidas de manera espontánea, fueron: "madre mía lo que he hecho", "ojalá me pasara a mí", y aparte que se había "despistado" y "perdido las referencias".
En base a este testimonio, igualmente Garzón Amo habría comentado que pensaba que estaba en dos túneles anteriores, que hacía esta ruta "tres veces por semana" y que su seguridad era muy rudimentaria, porque en caso de equívoco no había balizas que corrigiesen un error humano.
El otro policía nacional que estuvo en ese traslado ha dicho que Garzón estaba en "shock", triste y preocupado, que se sentía "culpable", que tuvo un despiste, y que la protección no era adecuada porque estaba "todo en manos del maquinista".
En sala no están presentes los únicos dos encausados, que son el propio conductor de ese tren descarrilado y Andrés Cortabitarte, en su momento responsable de la seguridad en la circulación de Adif.
Ambos, que ya han testificado, están exonerados de acudir y, por tanto, pueden libremente decidir.
Nadie habló de los 100 segundos de llamada
La conversación telefónica de 100 segundos mantenida entre el maquinista Francisco José Garzón Amo y Antonio Martín Marugán, el interventor del Alvia accidentado el 24 de julio de 2013 en Santiago, ha pasado a ser una de las claves del juicio al ser ocultada, negada, e incluso tachada como "ilegal".
Andrés Cortabitarte, responsable en su momento de la seguridad en la circulación de Adif, y uno de los acusados, junto a Garzón Amo, llegó a decir en sala, en su testifical, que esta llamada era ilícita, al no tener carácter de urgencia, y que no tendría que haber sido atendida. Ni siquiera existido. Y en la vista oral el maquinista ha declarado que tenía obligación inexcusable de responder al agente ferroviario de a bordo, el cual iba en el tercer vagón.
El diálogo era para preguntar a Garzón Amo si en Pontedeume (A Coruña) podía estacionar en la vía más cercana a la estación para facilitar la salida de una familia. Los investigadores no pudieron constatar la existencia de esa llamada hasta el día 31 después de analizar las entradas y salidas de los teléfonos del maquinista, que llevaba tres consigo, uno corporativo y los otros dos privados. "Desde el principio intentamos determinar si hubo algún tipo de distracción".
Antonio Martín Marugán directamente, en base a este mismo testigo, negó su existencia. "Preguntamos al interventor y nos dijo que no se había comunicado con el maquinista, salvo una llamada breve en Ourense. Le preguntamos dos veces. Él lo negó. Una vez que se hace palpable esa llamada, el órgano judicial decidió pedirle declaración directamente. Ni el maquinista ni el interventor nos dieron información sobre la llamada. Lo descubrimos cuando indagamos".
El vigilante de Renfe, César Castor González, que viajaba junto al interventor, comentó que no iba a contestar pregunta alguna hasta no hablar con sus superiores. Se contactó con él porque hubo testificales variadas, ha manifestado el agente y testigo, con el personal que iba dentro. Cuando se descubrió la existencia de la llamada, fueron llamados a declarar, todos ellos, en sede judicial ante el instructor.
Ya con la vista oral en marcha, Garzón Amo ha relatado que a Martín Marugán, como jefe del tren, debía contestarle. Su llamada de servicio tenía que cogerla, fue su argumentación. "Es obligación y tenemos que atenderla". De lo contrario "puede resultar una sanción grave". "El teléfono es una herramienta de trabajo. Estoy obligado a cogerlo".
Andrés Cortabitarte, en cambio, afirmó en su interrogatorio que Garzón Amo iba hablando por teléfono en el "sitio más importante" de la línea, antes de la curva de A Grandeira que obliga a una reducción drástica de velocidad. El excargo de Adif llegó a calificar de "impensable" e "ilegal" el hecho de haber atendido esa comunicación sobre algo que iba a producirse "hora y media después".
"Es como si un conductor de autobús bajase por Despeñaperros hablando por el móvil o como si los pilotos de un avión se ponen a conversar cuando tienen que aterrizar", fue el símil por él empleado.
Temieron que el maquinista pudiera autolesionarse
Solventado este aspecto, si bien en su testifical el maquinista se quejó del mal estado físico y psíquico en el que se encontraba para declarar, efectivos que estuvieron con él han indicado ahora que nada dijo en su momento al respecto y han subrayado que sí fue necesario establecer un protocolo por el riesgo real de que se autolesionase.