Lesmes se despide este miércoles por quinta vez como presidente del CGPJ: de la solemnidad de 2018 al enfado actual
En diciembre se cumplirán cuatro años de bloqueo por la falta de acuerdo entre PP y PSOE y esta será la quinta vez que Lesmes se despida en la apertura del año judicial
En 2018, escuchamos a un Lesmes solemne, que decía adiós a tres meses del final de su mandato
Los vetos a los nombramientos o las reformas urgentes del Gobierno sin pedir opinión al CGPJ han hecho subir más aún el tono de Lesmes en estos años
Las despedidas del presidente del Poder Judicial, Carlos Lesmes -y las broncas que llevan aparejadas- se están convirtiendo en una tradición desde 2018 en la apertura del Año Judicial que se celebra cada septiembre en el Tribunal Supremo, presidido por el rey. Teniendo en cuenta que el bloqueo sigue y el Consejo General del Poder judicial no se ha renovado pese a las promesas de intentarlo, este miércoles volverá a haber queja y despedida. Pocas dudas hay de que serán más duras que nunca, lo que está por ver es si una vez más, caen en saco roto.
Hasta ahora, las palabras de Lesmes no han supuesto el fin del bloqueo, pese a que ha ido subiendo el tono y la cantidad de reproches. Ni sus reclamos reclamos, ni los de Europa; ni las reuniones: las quinielas; los rumores; los espejismo; y los amagos de acuerdo han dado vía libre a la negociación. En diciembre, el Consejo General del Poder Judicial cumplirá cuatro años en funciones.
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Los discursos de las últimas cuatro aperturas del año judicial retratan el cambio de tono y el aumento de la urgencia. En 2018 encontrábamos a un Carlos Lesmes solemne -ignorante de la que se avecinaba-; en 2019 se apreciaba el malestar; el 2020 el enfado y la impaciencia y en 2021 un enfado mayúsculo, aumentado por el veto al CGPJ de nombrar nuevos jueces, y porque ese veto se acordara sin siquiera escuchar lo que los jueces tenían que decir. Esta es la versión extendida del contenido de sus discursos:
2018: 'Solemnidad' a tres meses del fin del mandato
La primera vez que Lesmes dijo adiós, quedaban tres meses para que concluyera su mandato. En aquel discurso, del 10 de septiembre de 2018, el presidente del Poder Judicial, creyendo que era su último discurso en el cargo, se limitó a agradecer el trabajo de los vocales: "Cuando en el mes de diciembre las Cortes Generales cumplan con su deber constitucional y procedan a la renovación de esta institución, espero poder enarbolar en nombre de todos ellos la satisfacción producida por el deber cumplido", decía al final de su discurso.
Todo iba según el guion. Los partidos ya estaban negociando y poniendo nombres sobre la mesa. El Consejo se iba a renovar en breve, y los dos partidos se pusieron de acuerdo para que el presidente de la Sala II del Supremo, Manuel Marchena, sustituyera a Lesmes.
Pero un Whatsapp del entonces portavoz del Senado, Ignacio Cosidó, lo echó todo por la borda. Les explicó a sus compañeros de la Cámara Alta que el acuerdo pasaba por un consejo con mayoría progresista -con la presencia del ponente de la sentencia Gürtel, José Ricardo de Prada-. Pero que eso quedaba equilibrado por la presidencia de Marchena, señalado como conservador: "Controlaremos la Sala Segunda desde detrás, además de presidir la 61".
El mensaje de Whatsapp se filtró, Marchena renunció con antelación a dirigir el CGPJ, y empezó el bloqueo, con los partidos enrocados en sus posturas.
2019: La 'anomalía' de nueve meses de bloqueo en un año muy electoral
2019 empezó con la resaca del fracaso de la negociación. El Poder Judicial en funciones siguió adelante con su actividad habitual, haciendo nombramientos que las asociaciones judiciales criticaban. Ese año volvieron a poner sobre la mesa su reivindicación histórica, a la que el PP -en oposición- se suma ahora: que los jueces elijan a los jueces y que no lo hagan los políticos.
Pero no era un año fácil para el desbloqueo, los políticos estaban a otra cosa. Hubo elecciones en abril, tras las que no se pudo formar Gobierno y se convocaron otras para noviembre. Así las cosas, que los partidos llegaran a un acuerdo era, y fue, imposible.
Inevitablemente, Carlos Lesmes volvió a pronunciar su discurso de apertura del año judicial como presidente en funciones y reclamando que se pusiera fin a la interinidad.
"Este retraso constituye una grave anomalía en el funcionamiento de las 13 instituciones y si se prolonga puede contribuir al descrédito del propio órgano de gobierno de los jueces", decía ante el rey Felipe VI.
Desde el Tribunal Supremo pidió la renovación, y volvió a agradecer su trabajo a los vocales, pensando que en 2020 todo cambiaría.
2020: El 'exhorto' al Congreso, el Senado y los partidos
Pero no cambió, pese a que en varias ocasiones pareció que el acuerdo era inminente. En enero Pedro Sánchez se convirtió en presidente del Gobierno. Ante la posibilidad de que PSOE y PP pactaran una renovación, el presidente del Supremo paralizó los nombramientos de jueces. Pero llegó una pandemia que paralizó todo lo demás y que difuminó la importancia de renovar las instituciones.
Con el confinamiento domiciliario terminado, el asunto volvió a ocupar a los políticos. Sánchez y el entonces presidente del PP, Pablo Casado, se pusieron manos a la obra, cruzaron mensajes y la sensación era que todo estaba hecho.
Ni más lejos de la realidad. Las conversaciones fracasan y el PP se enroca en que no negociará mientras en las negociaciones esté Podemos, que en ese momento cargaba duramente contra la Corona por la marcha de Juan Carlos I a Abu Dabi, en medio de una investigación de la Fiscalía.
Así nos plantamos de nuevo en septiembre. Y en otra apertura del año judicial en la que Lesmes "exhortó" a los poderes públicos y a los partidos políticos a cumplir con su obligación sin ocultar su impaciencia.
"El año pasado, ya vencido el mandato del actual Consejo General del Poder Judicial y por lo tanto en prórroga de mis funciones, pronuncié por segunda vez unas palabras de despedida que no imaginé tener que reproducir de nuevo este año, pero la renovación de la institución sigue sin producirse pese a que la venimos reclamando insistentemente". Así se refirió el presidente del CGPJ en el Supremo mientras dejaba entrever que iba a reactivar los nombramientos.
Así lo hizo, y en octubre se encontró con una respuesta de PSOE y Unidas Podemos: Una iniciativa que proponía rebajar la mayoría necesaria para elegir al CGPJ y que se pretendía aprobar por la vía rápida, sin solicitar los habituales informes previos, al Poder Judicial.
El CGPJ y las asociaciones entraron en cólera y los vocales del Consejo se enzarzaron en una considerable bronca interna en la que se llegó a plantear la dimisión en bloque -que se descartó rápidamente-. Antes de acabar el año en que se cumplía el segundo aniversario del bloqueo, Casado y Sánchez volvieron a hablar del tema, pero todo quedó en agua de borrajas una vez más.
2021: El 'enfado' por tres años en funciones y con un veto para hacer nombramientos
2021 empezó con nuevos rumores de acuerdo. En febrero, Lesmes decidió paralizar los nombramientos otra vez ante las buenas perspectivas. Pero la guerra de nombres volvió a bloquear el acuerdo.
En primavera el Gobierno retiró su propuesta, pero en junio, la sustituyó por otra que aprobó rápidamente: vetar los nombramientos de jueces por parte del Poder Judicial mientras sus miembros estuvieran en funciones. El enfado judicial fue una vez más monumental. Reprocharon al Gobierno que no se les preguntara su opinión y empezaron a advertir de lo que eso provocaba en el Supremo, donde se iban jubilando magistrados y nadie los sustituía.
En esas estábamos en septiembre. Más enfadado que nunca, Lesmes empleó buena parte de su discurso en defender la independencia de la Justicia, que cada vez estaba más en entredicho y en echar la bronca a los responsables del bloqueo por no ser capaces de llegar a un acuerdo; por vetar su capacidad de hacer nombramientos; por tomar decisiones sin contar con la opinión del CGPJ; y por estar inmersos en la "lucha partidista": “Urge, por tanto, y por el bien de todos, que nuestra institución desaparezca del escenario de la lucha partidista y que las fuerzas políticas concernidas, con patriotismo constitucional y generosidad, alcancen en las próximas semanas el acuerdo necesario para la renovación", aseveró en el acto más institucional que celebra cada año.
Tras aquella cuarta despedida, 2021 terminó con "brotes verdes": un acuerdo para renovar el resto de instituciones pendientes, incluido el Tribunal Constitucional. La negociación del CGPJ se quedaba fuera, pero los indicadores eran buenos, porque al menos había habido un acuerdo. Se habló del puente de la Constitución como fecha clave, pero tampoco lo fue.
2022: La quinta despedida, ¿la definitiva?
La pandemia o las elecciones marcaron los dos primeros años de bloqueo. Pero en 2022 las negociaciones han estado marcadas por el cambio de dirección del PP, ahora en manos de Alberto Núñez Feijóo.
El líder gallego llegó a la dirección de Génova con la prioridad de la renovación, pero ni rastro de ella. La negociación que dio vía libre al nombramiento de cuatro magistrados del TC en 2021, aparejaba otros cuatro nombramientos en junio de 2022, que supondría un cambio de tendencia en el tribunal de garantías hacia la mayoría progresista. Sin embargo, eso no ha ocurrido aún.
Dos de esos magistrados los tiene que nombrar el Gobierno, pero los dos el CGPJ. El problema era el veto al Poder Judicial para hacer nombramientos. Y para sortearlo, PP y PSOE decidieron registrar otra reforma urgente que habilitaba a los vocales a nombrar a esos jueces. Esa decisión, según se ha sabido este verano, la apoyó con su firma el exsecretario general del PP, Teodoro García Egea, pero el equipo de Feijóo se desvincula.
La propuesta se ha aprobado, de nuevo por la vía urgente, sin informes, lo que volvió a generar un agrio malestar en el seno del Poder Judicial. Según algunas fuentes, algunos vocales podrían resistirse a hacer esos nombramientos, aunque otros no están por la labor..
Este es el panorama a miércoles 7 de septiembre de 2022. Carlos Lesmes se enfrenta hoy a su quinta despedida y los presentes escucharán -sin duda- una bronca por una situación que en diciembre cumplirá cuatro años.