La imagen se ha vuelto viral y esta vez, lo merece. Es un bombero de Jaén, Manuel, exhausto por el esfuerzo de trabajar a cientos de grados entre las llamas. Solo se ha quitado una bota y un calcetín que tiene entre sus manos. Lo está frotando para poder quitar todo el agua que hay en su interior. La foto se la hizo uno de sus compañeros, como homenaje a los operativos que intervienen en la multitud de incendios forestales. Los mismos compañeros explican lo que se esconde tras esta foto que lo dice todo. Manuel Troyano, uno de sus compañeros, reconoce que los bomberos siguen y siguen trabajando, 32 horas si es necesario, "hasta que el cuerpo ya no puede más y nos da el bajón". En el caso de su compañero, "dedos como garbanzos y un corte de digestión" eran algunos síntomas del esfuerzo.
"Han sido unos días duros para Jaén y también para nosotros. Dos grandes incendios han puesto en jaque al Parque de Bomberos pero, como siempre, hemos dado el ‘do de pecho’ para salir airosos de esta situación. Contentos por no lamentar daños personales, aunque sentimos enormemente no haber podido minimizar aún más los daños materiales y poder salvar bienes importantísimos para tantas familias. Os aseguramos que nos hemos exprimido hasta quedar exhaustos, y lo volveremos a hacer cuando vuelva a sonar la alarma. Seguimos luchando. Seguimos aprendiendo. Seguimos mejorando".
No se consideran héroes los bomberos, nada más que funcionarios públicos, de los que solo nos acordamos cuando aparecen las llamas. Pero la foto dice más. Habla del pundonor de estar 32 horas luchando contra el fuego sin parar porque sabes que la vida de muchos depende de ello. Detrás de la foto está en este caso un corte de digestión. Está dar hasta la última gota de sudor entre temperaturas imposibles de las que el cuerpo se recupera al menos 24 horas después.
Estos últimos días, Jaén ha vivido dos grandes incendios: uno en una fábrica de molduras de Jaén capital y otro en la planta de papel de Mengíbar. Dos sucesos que han movilizado a todos los bomberos de la zona para poder controlar la situación y apagar las llamas lo antes posible para que nadie resulte herido.
“Todo son nervios que ocultamos bajo la máscara y el casco. Pero cuando acabamos y salimos de allí. A veces del mismo infierno, salimos con la sonrisa de haber vencido una vez más al tiempo, a los elementos. No somos héroes, somos hombres y mujeres que un día soñamos ser bomberos y proteger a los demás. Y ese día, cuando te ves corriendo al camión y te equipas junto a los compañeros sabes que todo saldrá bien. ¡Enhorabuena chavales! Descansad y a por otra guardia”, señalaba otro compañero que sabe lo que es enfrentarse al temible fuego.