Iniciado el verano meteorológico y a dos semanas de arrancar el astronómico, podemos decir que la primavera ha sido un claro reflejo de lo que nos espera en la estación que está a punto de comenzar.
Hace pocos días, la Agencia Estatal de Meteorología publicaba su previsión trimestral, que abarca desde el mes en curso hasta el 31 de agosto. En letra grande no apreciamos grandes cambios respecto a otros años. Sin embargo, este errático 2020 también podría serlo en un verano atípico.
Si nos atenemos a la previsión oficial, el próximo 20 de junio arrancará un verano sin grandes calores, en general, en todo el país (incluidas las islas, Ceuta y Melilla).
La única excepción, como ocurrió en 2019, será Galicia y parte del noroeste. Recordemos que el año pasado pasó a ser el “año sin verano”. En esta ocasión, podría volver a repetirse el mismo patrón con la constante llegada de borrascas que inestabilicen el tiempo sin apenas tregua y mantengan las temperaturas a raya, bastante por debajo de la media.
En el resto, la probabilidad de que el verano nos sorprenda sin grandes olas de calor es alta. Esto no quiere decir ni mucho menos que no vayamos a tener calor. Sin embargo, este aparecerá especialmente en julio y se concentrará en las principales semanas de verano. El resto de la estación parece que tendremos un calor más llevadero. El extremo sur peninsular seguirá siendo el más cálido, como también es siempre la tónica habitual.
En cuanto a precipitaciones tampoco esperamos un gran déficit de lluvias. Sorprende este dato, porque si bien sabemos que el verano es seco o muy seco en gran parte del territorio, 2020 podría compensarnos con tormentas violentas como las de este inicio de junio o las del pasado mes de mayo que rompan esa tendencia.
La probabilidad de que sea ligeramente seco es la misma en todo el país, salvo en Canarias donde tendremos un comportamiento normal. Atención a este dato, porque también 2019 aguó las vacaciones de muchos veraneantes por la persistencia de los vientos alisios y, en consecuencia, la retención de nubes, nieblas y lloviznas en el norte de las islas.
Aquí viene la letra pequeña, y la más importante, de la previsión estacional donde destaca la persistencia de la NAO en negativo que nos ha acompañado esta primavera. Basta recordar la persistencia de la NAO positiva del pasado invierno, lo que nos condujo a un 2020 sin frío y sin nevadas pasando a la historia como uno de los más cálidos.
El hecho de que la NOAA destaque que este verano seguiremos en negativo impactará de lleno en nuestro país. Si su pronóstico no falla, las borrascas se pasearán con mayor frecuencia por nuestras latitudes y eso significa que el calor se mantendrá más contenido.
Por sectores, el tercio norte va a pasar un verano de grandes contrastes con días de calor moderado frente a otros con máximas que, según la NOAA, serán muy inferiores a lo que cabe esperar para la época del año.
En el sur peninsular, tendremos calor veraniego, intenso, aunque con paréntesis de bajadas importantes de las temperaturas. Las olas de calor se concentrarán en julio mientras que el mes de agosto será, según esta previsión, un mes claramente de transición al otoño.
Si se cumplen los pronósticos, las temperaturas en agosto serán normales o inferiores a la época del año de forma casi generalizada.
A tener en cuenta la persistencia del tiempo tormentoso con el que se despide la primavera. Ya ocurrió en 2019 y volverá a repetirse el patrón de tormentas violentas y lluvias puntualmente torrenciales en diferentes áreas de la Península.
Por último, cabe destacar que el Mediterráneo apunta ya a una anomalía de temperatura positiva muy marcada frente a un Atlántico más frío. La sombra de las gotas frías, como en 2019, sobrevuela la Península y no solo en las costas mediterráneas.