Los españoles engordan una media entre dos y tres kilos en verano, según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Tras castigarnos con el deporte y la buena alimentación durante meses para lucir tipazo en la playa o en la piscina relajamos nuestras costumbres, dejamos de lado la actividad física, comemos más de lo que realmente necesitamos y abusamos de alimentos grasos y azucarados. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) advierte que a partir de los 40 se debe reducir drásticamente la ingesta calórica y recuerda lo peligroso que son para los más mayores los alimentos en mal estado. Asimismo, los nutricionistas y endocrinos recomiendan un mayor consumo de alimentos ricos en hidratos de carbono como legumbres, patatas, cereales, además de frutas y verduras, evitar los productos elaborados y cocinar al vapor y al horno.
Estás de vacaciones y lo primero que haces es relajarte, en todos los sentidos. La alarma está desconectada, tienes todo el día por delante para hacer turismo o no hacer nada y no piensas estresarte en la cocina. Después de un año de duro trabajo llega la hora de tomarse la vida con calma, pero si nos abandonamos demasiado esa operación bikini que has llevado como un mantra los últimos meses puede volverse en tu contra cuando tengas que regresar a la cotidianeidad.
Pese a que contamos con un amplio catálogo de frutas y verduras, es en esta época en la que solemos coger esos kilitos de más que tanto nos pesan en el otoño. Según IMF Business School, los motivos más comunes por los que engordamos son:
Calor y cocina, una mala combinación. La pereza nos invade cada vez que tenemos que tenemos que ponernos delante de los fogones y tampoco tenemos muchas ganas de pensar qué preparar para las comidas principales del día. De ahí que cuando vamos al supermercado adquiramos más precocinados o nos convirtamos en el cliente de oro en el chiringuito o terraza de moda. No olvides que los gazpachos, las ensaladas caseras y los platos de carne y pescado a la plancha son muy sanos y te llevarán poco tiempo de elaboración.
¡Somos conscientes! Una cerveza bien fría o un tintito de verano pasan por tu cabeza cada vez que te pones al sol o quedas con los amigos. La Asociación de Cerveceros de España lo corrobora: entre julio y septiembre se consume en 30% de todo lo que se bebe a lo largo del año en España. Pero no te engañes, el alcohol no quita la sed, todo lo contrario, nos deshidrata, aumenta el consumo de calorías innecesarias y te abre el apetito. Por eso después del primer sorbo lo que más ansías son los aperitivos que pululan por la carta o la barra del bar.
¿Te has preguntado cuántas veces comes porque no estás ocupado en otras cosas? Pasas de dormir muchas más horas de las habituales a desayunar como si no hubiera un mañana y a las dos horas te tomas un piscolabis porque lo mandan los cánones veraniegos. De ahí a la comida no ha pasado casi tiempo para que tu estómago haya hecho la digestión y cuando te quieres dar cuenta te estás merendando un helado cuando se está acercando la hora de la cena. Aprovecha esos lapsos de tiempo entre las cinco comidas para hacer deporte, hacer turismo cultural o histórico o leer un libro. En realidad no tienes hambre, solo estás aburrido.
¡A la rica y grasienta barbacoa! Carne de todos los colores y tipos, embutidos, patatas fritas de bolsa, refrescos, variantes y no hay rastro de una verdura o ensalada que compense tal cantidad de grasas. Si, además, acabas de marcarte unos largos en la piscina o te has dado el baño del siglo, la sensación de hambre es mucho mayor y en vez de comer, devoras. Añade unas verduras a la barbacoa, son una delicia que compensará la ingesta de tanto colesterol.
Solo ves helados. Es cierto que es la época alta de la heladería y es muy difícil resistirse, pero ve con tiento porque un exceso de azúcares no es recomendable ni en esta época ni en ninguna. Consúmelos con medida, mejor sin azúcar (que los hay) y recuerda que frutas como el melón o la sandía bien fríos, ricos en vitaminas y en agua, son una alternativa estupenda que tu báscula agradecerá tras el verano.
Y, sobre todo, muévete. Práctica algún deporte, aunque sea andar una hora al día, mantén el organismo activo y así te podrás permitirte algún exceso.