Comer cinco veces al día
Una de las claves es que, pese al desbarajuste horario, no dejes de comer cinco veces al día. Los expertos nos lo recuerdan por activa y por pasiva, sea cual sea la hora a la que te levantes, desayuna. Si eres de los que tiene cogida la hora y te sigues despertando temprano, introduce en la primera hora del día alimentos ricos en fibra y energéticos, la fruta, los frutos secos, aguacate (puedes utilizarlo para las tostadas), leche semi desnatada y agua te aportarán las calorías necesarias para afrontar la jornada.
Si, por el contrario, eres perezoso y la noche ha sido larga, activa tu metabolismo y desayuna algo de fruta porque eso evitará que te hinches y generará apetito a la hora de la comida.
Tiento con los aperitivos y los helados
Es habitual en este tiempo caer en el chiringuito antes del almuerzo, así que procura evitar los snacks salados y con grasa, como las patatas fritas, opta por el pavo, salmón ahumado, quesos semigrasos y ten cuidado con abusar del pan porque estarás sumando hidratos a tu ingesta. Las guarniciones que sean vegetales, mejor elaboradas a la plancha, y si eres un amante de la paella o de la pasta, mejor al mediodía y no más de tres veces a la semana.
Las sopas frías y el gazpacho son un primer plato ideal, así como las ensaladas, que si son abundantes pueden convertirse en un menú completo, al añadirles pavo, pollo, salmón, atún o huevo cocido. Por cierto, evita las salsas, una vinagreta con aceite de oliva virgen es el mejor y más sano de los aliños.
Si sustituyes los postres por infusiones frías, estarás haciéndole un enorme favor a tu metabolismo porque no almacenas azúcares que son más difíciles de quemar, sobre todo si no tienes la actividad física habitual del trabajo y del día a día. Por supuesto que hay lugar para los helados, un clásico de temporada, pero no es aconsejable comerlos diariamente
Controla el consumo del alcohol
Controla el consumo de alcohol porque en verano solemos levantar la vigilancia con la cervecita fresca y los tintos de verano, y es precisamente uno de los elementos que más contribuye a esos kilos de más en verano. Recuerda que tu organismo necesita dos litros de agua mínimos al día y que estos no deben ser sustituidos por bebidas alcohólicas.
Cenas ligeras y evita el fiambre graso
Cena ligero, aunque sea fuera de casa. Los fiambres, una preparación rápida antes de salir a dar un paseo, son una opción, pero mejor los bajos en grasas saturadas, así que evita el chorizo, el salchichón y apuesta por el jamón y lomo ibéricos, la cecina, el pavo y el pollo. Es muy importante reducir la ingesta de sal, sobre todo en el caso de las personas hipertensas, porque retiene líquidos, para sustituirla y que la comida te sepa a algo tienes un enorme abanico de especies.
Ejercicio diario, aprovecha la naturaleza
No dejes de hacer ejercicio diario, aunque te cueste ponerte en marcha. Aprovecha la playa y el campo donde pasas tus días de descanso para andar, los largos paseos pueden ser tan efectivos como una buena sesión de running. Amortiza esas palas que compraste antes de emprender el viaje para ejercitarte y activa tu organismo nadando en el mar y en la piscina. Si eres de los que gusta de los festivales musicales o de salir a quemar la noche, pégate un buen baile y quema todas las calorías de sobra que has acumulado a lo largo del día.