La industria textil es la segunda más contaminante del mundo, solo por detrás de la industria ganadera. El consumo compulsivo de ropa, los precios bajos y la llamada `fast fashion´han contribuido a que el ritmo de la producción afecte al medio ambiente. Unos hábitos que incrementan cada día, con días como el Black Friday o el Ciber Monday, rebajas que incitan al consumidor a seguir comprando cosas a pesar de no necesitarlas.
Los españoles, de hecho, solo se ponen cinco veces una prenda de media. Prendas a las que, en la mayoría de los casos, la calidad no les acompaña. Se prefiere, en esta industria, la cantidad a la calidad, bajo un proceso extremadamente contaminante, en su producción y su distribución. Se producen en el mundo más de 150.000 millones de prendas. Un calculo a priori, que podría ser mayor en la realidad.
El proceso de descomposición de la ropa es además extremadamente largo, una camisa puede tratar en descomponerse más de 300 años. Sin embargo, podemos dar una segunda vida a nuestras prendas. Una de las formas de dar una nueva oportunidad a la ropa que desechamos es el reciclaje.
En España se donan mediante los contenedores de reciclaje textil más de 36 millones de prendas. Estas prendas llegan a una planta de reciclaje donde se clasifican para comprobar si se pueden donar o si se pueden vender, cada día se hace con más de 4.000 prendas. Cuando se puede vender lo recaudado se dona a distintos proyectos sociales.
Además, también se dona de forma directa a distintos puntos de África, el año pasado se donaron 1.500 toneladas de prendas. Un reciclaje que también ayuda a la atmósfera, la recuperación de 18.000 toneladas de productos textiles se traduce en 55.000 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.