Al embalse de Lindoso, un pantano transfronterizo entre Galicia y Portugal, se acercan cada fin de semana cientos de curiosos. Las edificaciones de pueblos que quedaron sumergidos por las inundaciones el 8 de enero de 1992, hace tres décadas, están emergiendo por la prolongada sequía que atraviesa España.
La construcción del embalse de Lindoso (Portugal) en los 90, un proyecto que nació de un acuerdo entre las dictaduras de Franco y Salazar y que se ejecutó décadas después, borró del mapa las casas que se levantaban en estos pueblos de A Reloeira, Buscalque, O Bao y Lantemil en 1992, convirtiéndose en el fin para estas cuatro aldeas. El llenado acabó con un sistema de vida, marcado por la tranquilidad.
Décadas después y con el cauce del embalse de Lindoso bajo mínimos, favorecido por la sequía, son cientos los turistas portugueses y de Galicia los que aprovechan estos días para recorrer las ruinas que han emergido de las aguas, mostrando un paisaje espectacular a la vez que desolador, que no deja a nadie indiferente.
La estampa actual que uno puede ver al aproximarse a este lugar es una larga hilera de vehículos estacionados a ambos lados de la carretera y cientos de personas recorriendo las casas deshabitadas, que aún permanecen en pie. Por todos lados, aparecen personas con cámara en mano, e incluso alguno se animó a instalar sillas y mesas para disfrutar del sobrecogedor paisaje.
“Venimos de Santiago a pasar el día. La verdad es que me parece espectacular, está muy bien conservado”. Esta es la impresión que recoge un visitante que, junto a su pareja, explica que ha aprovechado el día para conocer esta zona, atraído por las imágenes que vio estos días por la televisión.
Grupos enteros, que suelen realizar esta ruta de carretera, tampoco se quisieron perder este fenómeno turístico, atraídos por las imágenes difundidas estos días en los medios y redes sociales. Es el caso de un grupo de motoristas: “Venimos de Vigo, vimos lo del pueblo emergido y decidimos parar para verlo. Habíamos visto algo en televisión, pero verlo 'in situ' es impresionante”, comentan.
Mientras, vecinos y antiguos habitantes de las aldeas afectadas todavía ven con tristeza estas imágenes, rememorando aquel día: el 8 de enero de 1992, cuando la hidroeléctrica portuguesa EDP procedió al cierre de sus compuertas y al llenado del embalse, viéndose obligados a dejar toda una vida atrás.
Una realidad a la que no es ajena Maribel Paz, una vecina de Ponteareas que, acompañada de su familia, reflexiona sobre lo que tuvieron que pasar los afectados durante la visita a las ruinas de la antigua aldea de Aceredo.
“Nos hablaron muy bien y decidimos venir. Merece la pena verlo, es como si estuvieses en un paisaje lunar. Pero también da mucha pena la gente que tuvo que irse, lo tuvieron que pasar muy mal”.
Los vecinos de zonas más próximas que conocieron lo ocurrido con Aceredo se muestran críticos con la transformación que se produjo en Galicia con la construcción de los embalses.
“Esto es un desastre, refleja cómo vaciaron el embalse de forma salvaje. Me da mucha pena el expolio que hicieron con los embalses”, relata Francisco, un vecino de Xinzo de Limia (Ourense).
Tampoco faltaron curiosos provenientes de Portugal, animados por la cercanía con Lobios: “Vinimos a dar un paseo animados por las imágenes que estaba compartiendo mucha gente por las redes sociales”, explica una joven, quien no puede evitar compartir “la tristeza” de pensar cómo era antes esta aldea. “Imagino que muy bonita”, comparte.
Mientras, la eléctrica lusa EDP ha pedido a los ayuntamientos orensanos que impidan las visitas a las casas resurgidas del pantano transfronterizo, a las que siguen llegando cientos de curiosos durante los fines de semana.
Algo parecido está pasando en el pantano de Mediano, en Huesca. La iglesia del antiguo pueblo con el mismo nombre aparece en al siguiente imagen visible parcialmente por la sequía. El embalse se encuentra en febrero entorno al 30% de su capacidad.