Algunas poblaciones españolas están viendo cómo su suministro de agua empieza a escasear. Durante este verano, pueblos como Chillarón del Rey, en Guadalajara, han tenido que sobrevivir sin agua en casa durante algunos días.
Según los últimos datos ofrecidos por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), la acumulación de precipitaciones media de 507 litros por metro cuadrado desde el pasado 1 de octubre hasta el 31 de julio, frente a los 578 litros recogidos durante el mismo periodo de 2016, lo 563,2 de 2015, los 582,9 de 2014, y los 777,1 de 2013. Además, la reserva hídrica española está al 47,9% de su capacidad total, como confirma el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA). Esto quiere decir que, por primera vez en cinco años, es menos de la mitad.
Guadalajara, La Rioja o Zamora, entre las provincias con pueblos sumergidos
Guadalajara está en las mínimas. Embalses y pantanos empiezan a estar por debajo del 20% y, algunos, como el embalse de Buendía, han perdido la friolera de 7.000 millones de litros de agua.
Particularmente, bajo este pantano había ruinas de un antiguo balneario, que data del siglo XIX, y que han quedado al descubierto.
Igual ha ocurrido en el embalse de Ricobayo, en Zamora. Con menos del 15% de su capacidad con agua, esta reserva de la cuenca del Duero comienza a presentar algún que otro metro cuadrado de hierba, atrayendo a ovejas a pastar. Está tan seco que han aparecido puentes y molinos y otros restos de pueblos antiquísimos que fueron desmantelados en su momento para la construcción del embalse, como San Pedro de la Nave y La Pueblica. El recinto queda cubierto por un gran manto de lodo y arena deja a la vista los puentes de la Estrella y San Gil.
Palacios y Andavías, aunque reciben la noticia con mucha alegría, sus sentimientos no pueden ser más que agridulces: la falta de agua del gran depósito hidroeléctrico mantiene en una situación más que comprometida el abastecimiento humano de ambas poblaciones que no tendrán agua para nadie si el pantano baja un metro más su nivel.
El pantano de Mansilla, en La Rioja, era antes algo más que una construcción hidrográfica: era el pueblo Mansilla de la Sierra. Las ruinas que quedan de él están muy bien conservadas, con sus calles empedradas, la iglesia y el majestuoso palacio. Algunos de sus antiguos habitantes miran con nostalgia aquellos restos de lo que fue su hogar, hasta que en los años 50 desapareciese para dar vida al embalse. Actualmente, se encuentra por debajo del 20% de capacidad gracias a las escasas lluvias, que han acumulado un 14% menos que el año pasado.
Aunque todavía no ha emergido ninguna ruina en Galicia, su situación es más que extrema: el embalse de Cachamuiña está al 15%, un 37% menos que el año pasado. Concellos, por su parte, pide cisternas de agua para asegurar las existencias ante esta sequía inminente.
En la misma dirección, los gobiernos locales de Petín, Vilamartín, Vilardevós, Xinzo de Limia y Os Blancos ya han cursado sus peticiones, y Ribadavia y A Rúa gestionaron nuevos puntos de captación.