Hawái tiene fama de ser el estado de los arcoíris. Esto no se debe sólo a que estas formaciones sean especialmente llamativas en las islas, también a la frecuencia con la que se producen. Pero, ¿por qué? Un científico atmosférico acaba de publicar un estudio desgranando las condiciones que lo convierten en uno de los mejores lugares para disfrutar de sus colores.
Muchas veces lo olvidamos por su frecuencia tras los episodios de precipitaciones, pero los arcoíris son uno de los fenómenos ópticos más espectaculares que ofrece la naturaleza. Los residentes de Hawái saben desde siempre que estas formaciones abundan en sus islas, y se dice que es uno de los lugares más maravillosos para disfrutar de ellos de todo el mundo. En el vocabulario hawaiano, de hecho, existen muchas palabras para distinguirlos según su forma y su intensidad.
"Hay palabras para arcoíris que se aferran a la Tierra (uakoko), flechas de arcoíris en pie (kāhili), arco iris apenas visibles (punakea) y arcos lunares (ānuenue kau pō), entre otros. En la mitología hawaiana, el arcoíris es un símbolo de transformación y un camino entre la tierra y el cielo, como ocurre en muchas culturas de todo el mundo", ha dicho Steven Businger, profesor de la Escuela de Ciencias y Tecnología Oceánica y Terrestre de UH Mānoa.
Sus resultados los publica la Sociedad Meteorológica Americana en un artículo de febrero de 2021.
“Los ingredientes esenciales del arcoíris son, por supuesto, la lluvia y la luz del sol”, recoge ‘Science Daily’. “Para ver un arcoíris en un terreno plano, el sol debe estar a unos 40 grados del horizonte. A medida que el sol se eleva a ángulos más altos en el cielo durante la mañana, la altura del arcoíris disminuye hasta que no se ve ningún arco iris sobre el horizonte. El patrón se invierte a medida que el sol se pone por la tarde, con el arco iris elevándose en el este y el arco iris más alto justo antes de la puesta del sol”, continúa.
El truco de Hawái sería su ubicación en el Pacífico subtropical, que hace que generalmente esté dominado por los vientos alisios, lluvias frecuentes y cielos despejados entre los episodios de lluvias.
"Por la noche, una superficie cálida del mar calienta la atmósfera desde abajo, mientras que la radiación al espacio enfría las cimas de las nubes, lo que resulta en lluvias más profundas en la mañana que producen arcoíris a tiempo para el desayuno", dice Businger.
Pero la ubicación no lo es todo: las montañas de Hawái que hacen que el flujo de los vientos alisios se eleve, formando nubes y produciendo lluvias. Sin montañas, Hawái sería un desierto con escasas precipitaciones y, por tanto, escasos arcoíris.
Un tercer factor propicio para los avistamientos de arcoíris es el calentamiento diurno, que impulsa las circulaciones a escala de isla. Los volcanes de Maui y la isla de Hawái son lo suficientemente altos como para bloquear los vientos alisios predominantes. Por lo tanto, estas islas experimentan las brisas marinas y circulaciones entre montañas y valles más constantes. Durante los períodos de vientos suaves, todas las islas hawaianas experimentan circulaciones a escala de isla impulsadas por el calentamiento diurno. En estas condiciones, se forman lluvias sobre las cimas de Oahu y Kauai por la tarde, lo que resulta en prolíficos arcoíris cuando se pone el sol, dice el estudio.
Por último, hay que tener en cuenta que las islas hawaianas tienen un aire limpio y libre de contaminación, polvo continental y polen, lo cual contribuye a que los arcoíris brillen con todo el espectro de colores