Sesenta años después del primer ensayo nuclear francés, el cesio-137 ha cubierto la nieve de los Alpes. Los vientos cargados de polvo del Sáhara han sobrevolado buena parte de Europa en las últimas semanas, y en el caso de Francia lo han hecho con partículas de residuos radioactivos fruto de una bomba atómica detonada en los años 60 en un paradójico efecto bumerán.
La Asociación francesa por el Control de la Radiactividad en el Oeste (Acro) tomó una muestra de barro de un coche, que se depositó en forma de lluvia durante la irrupción de polvo sahariano. Tras someter la muestra a análisis de radiactividad artificial mediante espectrometría gamma (en un detector GeHP), confirmó que contenía cesio-137, un radioelemento resultante de la fisión nuclear que en ningún caso podría estar presente de manera natural en la arena del desierto.
“Aunque el polvo sahariano suele tener pequeñas concentraciones de radiación natural (potasio 40 o plomo 210), el cesio-137 es de origen humano. El que viene del Sáhara, tiene su origen en las pruebas nucleares de Francia en los años 60”, ha confirmado la asociación.
El fenómeno de la radiactividad en la calima es bien conocido por los científicos de la Universidad de la Laguna en Tenerife, que el año pasado publicaron un estudio en la revista Atmospheric Environment donde analizaron los niveles de estos residuos en el polvo que asfixió a las islas entre el 22 y 24 de febrero de 2020.
Entre 1945 y 1980, Estados Unidos, Unión Soviética, Reino Unido, Francia y China realizaron 520 ensayos nucleares atmosféricos alcanzando niveles estratosféricos y dispersando grandes cantidades de productos radiactivos, ha rememorado ACRO. A principios de la década de 1960, Francia llevó a cabo pruebas nucleares atmosféricas en el Sáhara argelino (Reggane) exponiendo a sus propios soldados a la radiación, así como a las poblaciones sedentarias y nómadas de la región. Desde esta primera prueba en el Sáhara en 1960 hasta el último experimento en 1996 en la Polinesia Francesa, Francia habrá realizado 210 explosiones nucleares.
“Esta contaminación radiactiva, todavía observable a grandes distancias 60 años después del disparo nuclear, nos recuerda esta situación de contaminación radiactiva perenne en el Sahara de la que Francia es responsable”, continúa.
Estos días buena parte de Europa occidental recibe otra nube de polvo del Sáhara que también podrá contener partículas residuales de elementos radioactivos de hace 60 años.