La cumbre por el clima es la antesala del Acuerdo de París, que entrará en vigor en 2020. Con la cercanía de este acuerdo el objetivo de la COP25 es la revisión del compromiso que van a adoptar los países participantes en la firma de este documento, un compromiso que pasa por el ajuste de los niveles establecidos en este acuerdo, así como la necesidad de ultimar las directrices para que el convenio sea operativo. Para ello, se han centrado en varios aspectos directamente vinculados con las emisiones de gases de efecto invernadero y con la posibilidad de sumarse a acciones globales que respeten las medidas establecidas en el Acuerdo de París.
El primer asunto las finanzas, ya que habrá que destinar desde el sector público y el privado financiación para impulsar la descarbonización. Algo directamente vinculado con el siguiente aspecto, el de la transición energética, en el que se tratará de acelerar el cambio hacia las energías renovables, dejando a un lado los combustibles fósiles. Una transición que también se tiene que dar en la industria, especialmente en la petrolera, la siderúrgica, la química, la cementera, la dedicada al gas o la de la tecnología de la información
Para ello, se tratarán de adoptar medidas basadas en la naturaleza, que pasen por la reducción de emisiones, el incremento de la capacidad de absorción y la mejora de la resiliencia en silvicultura, agricultura, océanos y sistemas alimentarios. En donde se incluye la conservación de la biodiversidad, y el impulso de cadenas de suministros y tecnología. Unas acciones que se deben desarrollar también a nivel urbano y local, en este aspecto se centran en los compromisos con los edificios de bajas emisiones, el transporte público, la infraestructura urbana y la resiliencia. Resiliencia que consistirá en fomentar los esfuerzos globales para gestionar el impacto del cambio climático.
Con el objetivo de lograr estos puntos se impulsarán las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN) y las estrategias a largo plazo para conseguir las metas del Acuerdo de París, lo que se llevará a cabo mediante una estrategia de mitigación. Ponen de manifiesto la necesidad de un compromiso con la juventud, que debe de estar integrada y representada en todos los aspectos de la Cumbre. Objetivos para los que será imprescindible el impulso social y político, sectores que se deberán comprometer con las áreas relacionadas con el bienestar de la población.
Respecto a los lugares más vulnerables se centrarán en los Océanos y en la Antártica, aspectos que ya fueron tratados en la reunión del IPCC realizada este año en Mónaco. En esta reunión se resaltaba la necesidad de “actuar con carácter urgente a fin de priorizar iniciativas oportunas, ambiciosas y coordinadas que permitan abordar cambios perdurables en los océanos y la criósfera que no tienen precedentes”.
En el acuerdo de París se acuerda que la temperatura del planeta no superará el grado y medio global en 2030, para ello se acordó de una bajada de la emisión de gases del 7% anual. Sin embargo, las emisiones a nivel mundial están alcanzando unos niveles sin precedentes. Además, se concretó que para 2050 se llegaría a la neutralidad de las emisiones, de no ser así habrá más sequías, más incendios y más inundaciones. Para cumplir estos datos es imprescindible el compromiso de Estados Unidos, China e India, que son los países más contaminantes del mundo. Uno de ellos, con un presidente que niega el cambio climático a la cabeza, Donald Trump, uno de los factores que dificulta la adopción de un compromiso global contra el cambio climático.