En la recta final del verano ya podemos decir que el extraño comportamiento del índice NAO ha sido el protagonista y el responsable de algunos de los extremos que hemos sufrido durante los últimos dos meses en diferentes puntos de España.
Hablamos, por ejemplo, del tiempo nublado en Canarias (salvo los últimos días marcados por valores extremos y poco habituales en las islas), la persistencia de las lluvias en las costas gallegas de A Coruña y Pontevedra o el calor sofocante que se ha venido repitiendo durante toda la estación en el este peninsular, sobre todo, en el Mediterráneo.
Pocas veces hablamos del índice NAO pero este juega un rol principal en el tiempo que tenemos en cada una de las estaciones. ¿Por qué?
Estas son las siglas que responden a la Oscilación del Atlántico Norte. Nos indica las diferencias de presión que existen en el espacio comprendido entre la latitud de Islandia, por donde circulan las borrascas atlánticas en esta época del año y el famoso anticiclón de las Azores, que es el responsable del sol y el calor de nuestros veranos. Entre una y otra latitud, abarcamos el Atlántico Norte y el índice de esa presión puede ser positivo o negativo.
*Imagen: Ilustraciones de NAO positivo y negativo / MeteoGlosario de la Aemet
Durante el estío, el índice NAO es siempre positivo. De hecho, pasa de negativo a fase positiva durante la primavera. Puede retrasarse algunas semanas y llegar en torno a finales de abril o primeros de mayo, pero no mucho más.
Sin embargo, y aquí los científicos se están debatiendo entre las posibles causas (con el cambio climático en cabeza), la atmósfera ha entrado este verano en un nuevo terreno inédito (otro más junto al de las tormentas inéditas en el Ártico o los récords de calor simultáneos en ambos polos). El índice NAO continúa negativo y esto ha marcado de forma sutil pero evidente las pautas del verano no solo en España sino en Europa.
Grosso modo, cuando está en fase negativa la presión es más baja cerca de la Península y eso significa que tenemos la puerta abierta a las borrascas. De hecho, hemos tenido cerca, al menos, dos grandes ciclones que son más propios del verano que de los meses de julio y agosto.
Esto ha ocurrido porque el anticiclón de las Azores, con presión más alta, se encuentra en una latitud más baja de lo que correspondería para el verano cuando debería situarse justo sobre el archipiélago portugués que le da nombre.
Cuando las altas presiones de las Azores se comportan así, las borrascas siguen circulando más hacia el sur (como lo hacen en invierno) y, por tanto, también, pueden dejar lluvias en el extremo norte o noroeste de la Península.
Esta es sólo la consecuencia más evidente en lo que llevamos de verano, pero ha habido más y las hemos sufrido en casi toda la geografía. Las vemos a continuación.
Que llueva en Galicia durante los meses de verano no es extraño. Su situación geográfica permite que, frente a veranos calurosos y anodinos en el resto del país, el tiempo se muestre más cambiante y variable, combinando días de cielos más nublados y lluviosos con otros agradables de playa.
Lo que llama la atención de los turistas que ha elegido Galicia como destino veraniego es la persistencia de los temporales en las costas coruñesas y pontevedresas y las bajas temperaturas frente al resto de España marcando un contraste térmico de entre 15 y hasta 20 grados en algunos casos.
Y es que detrás de ese anticiclón débil de las Azores también se encuentran las olas de calor (dos hasta la fecha este verano) que se han cebado con la mitad este.
La posición del anticiclón ha favorecido el ascenso de masas de aire muy cálido, coincidiendo con la canícula, afectando de forma muy clara a todo el este peninsular. De ahí, los días de bochorno y valores de hasta 40 grados en las costas valencianas o hasta 42 o 43 en el valle del Ebro, por ejemplo, en la ciudad de Zaragoza con las consiguientes noches tropicales de más de 20 o 22 grados, un auténtico infierno que viene repitiéndose desde finales de junio.
Asimismo, ese posicionamiento más al sur ha favorecido una situación repetitiva de los vientos alisios en Canarias, lo que se ha venido traduciendo en cielos encapotados en el norte de las islas, con chubascos o nieblas en zonas medias y bajas. Este factor, que es una constante en el archipiélago, ha llamado la atención por la cantidad de días que se ha mantenido.
Cómo se comportará lo que resta de verano es una incógnita que iremos viendo en las próximas semanas. El problema es que si se refuerza de cara al otoño y asciende a la latitud que le correspondería ahora, esto significaría ausencia de lluvias en plena sequía. De momento, no hay previsiones de que esto ocurra.