Está siendo un agosto negro en California. La sequía y el calor extremo están prolongando los extensos incendios que arden en todo el estado, y un cambio en la dirección del viento está extendiendo la nube de humo, que llega ya hasta Portugal y Galicia.
La siguiente imagen fu e captada el 19 de agosto por el Visible Infrared Imaging Radiometer Suite (VIIRS) en el satélite NOAA-NASA Suomi NPP, cuando en las ciudades de Sacramento y San Francisco se activaron las alertas de calidad del aire por la gran afluencia de partículas tóxicas procedentes de los incendios.
El incendio de Dixie, que estaba contenido en un 35 por ciento al 20 de agosto, se ha convertido en el segundo incendio más grande registrado en California. Además de carbonizar más de 2.600 kilómetros cuadrados, el fuego es responsable de la destrucción de al menos 1.225 estructuras, incluidas cientos de casas en la población de Greenville. Recientemente cruzó la cresta de Sierra Nevada, algo que no se había visto nunca, ha comunicado la NASA.
Uno de los incendios más recientes y preocupantes se estaba produciendo al este de Sacramento. Aunque inicialmente pequeño, el incendio de Caldor explotó en tamaño el 16 de agosto cuando los vientos aumentaron, obligando a miles de personas a abandonar sus hogares y destruyendo gran parte de la ciudad de Grizzly Flats.
Más de 11.000 bomberos están desplegados en el norte de California combatiendo estos y varios otros incendios. El 19 de agosto, el Operational Land Imager (OLI) en Landsat 8 adquirió una vista más cercana (siguiente imagen) de dos incendios: los incendios Monument y McFarland, los incendios segundo y tercero más grandes que se están quemando actualmente en California. El incendio de McFarland estaba contenido en un 52 por ciento el 20 de agosto; el incendio de Monument estaba contenido en un 10 por ciento.
Las emisiones de los incendios forestales de California se están acumulando. Según Mark Parrington, científico del Centro Europeo de Pronósticos Meteorológicos a Medio Plazo (ECMWF), las estimaciones de las emisiones de carbono de los incendios forestales del estado de junio a agosto superan cualquier otro año en casi dos décadas.
Esto son malas noticias para la calidad del aire, no solo en las regiones cercanas, también al otro lado del charco. Aunque ha perdido volumen por el camino, la nube de humo ha viajado a través del Atlántico y está llegando estos días al oeste de la Península Ibérica con la circulación atmosférica a gran altura.
Lo mismo ocurrió el año pasado durante el mes de septiembre. Para entonces los incendios habían calcinado ya más de un millón de hectáreas y enviado a la atmósfera (a hasta 10 km de altitud) una preocupante cantidad de humo.