La previsión de que una inmensa franja del Océano Pacífico oriental permanezca más fría de lo habitual durante la primavera podría alargarse hasta el verano 2022. El episodio de enfriamiento en esta región se conoce como “La Niña”, y se sabe que tiene algunas implicaciones para el clima global. ¿Habrá más huracanes este año por La Niña?
Un informe reciente de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) hizo un repaso sobre la evolución de las temperaturas en las aguas superficiales del Pacífico oriental: estas tocaron fondo en el mes de diciembre 2021 con -1,1 ºC, y se mantuvieron en torno a -0,9 ºC hasta febrero 2022, para volver a caer hasta los -1,1 ºC a finales del mes.
Este enfriamiento viene potenciado por un fortalecimiento de los vientos alisios que soplan a lo largo del ecuador de oeste a este, desplazando las aguas cálidas hacia la parte más occidental del Pacífico, y haciendo que las aguas más profundas y frías emerjan a la superficie en su parte oriental. Es lo que se conoce como circulación de Walker, y da lugar al evento de La Niña.
"A pesar de que algunos modelos de pronóstico sugieren lo contrario, es probable que los patrones de temperatura de la superficie del mar por debajo del promedio se debiliten en el Pacífico tropical a medida que avanza la primavera", dicen los meteorólogos de la NOAA, "pero aún es una pregunta abierta cuánto se debilitarán. ¿Lo harán lo suficiente como para volver eventualmente a ENSO-neutral (condiciones cercanas al promedio en todo el Pacífico tropical)?", se preguntan.
La probabilidad de que La Niña persista en el Pacífico ecuatorial durante la primavera, hasta mayo 2022, es de un 67 % de probabilidad, mientras que se prolongaría hasta junio-julio-agosto (verano meteorológico) con un 54 % de probabilidad. Aunque algunos modelos prevén que se extienda hasta al menos el mes de octubre, lo cual sin duda sería un hito. Cuanto más dure el episodio de La Niña, sus efectos en el clima global podrían ser más notables.
Cada año, cuando se acerca la temporada de huracanes en el Atlántico que circulan hacia Centroamérica y el sur de Estados Unidos, los expertos empiezan a hacer sus apuestas. Las temperaturas del Pacífico ecuatorial son uno de los indicativos de cómo puede ser la temporada, dado que influyen en gran medida en el comportamiento de los vientos en el Atlántico, lo cual afecta directamente al desarrollo de huracanes.
Cuando se produce la fase de El Niño -opuesto a La Niña- porque se calientan las aguas del Pacífico oriental, generalmente, los huracanes son menos probables porque favorecen una mayor estabilidad atmosférica en el Atlántico occidental. Mientras que, durante La Niña, una cizalladura del viento menos intensa favorece la formación de ciclones tropicales.
En 2020, cuando se produjo la temporada de huracanes más frenética que se recuerda en el Atlántico, La Niña alcanzó valores de -1,3 ºC en su momento más intenso, que coincidió con el mes de más actividad ciclónica: septiembre. Se formaron en total cinco tormentas tropicales y cuatro huracanes, por lo que llamó al episodio un “enjambre de tormentas”.
En 2022, aunque será complicado que se supere la cifra de ciclones tropicales de 2020, parece que hay bastantes papeletas para el desarrollo de huracanes, según las previsiones de los meteorólogos de AccuWeather. “Ya hay indicios de que un sistema tropical con nombre podría girar antes del inicio oficial de la temporada de huracanes en el Atlántico de 2022”, pronostican.