Su nombre resuena hoy a un lado y otro del planeta que ansía preservar: Greta Thunberg, con solo 16 años, se ha consagrado como el adalid de la lucha contra el cambio climático.
Nacida un 3 de enero de 2003 en Suecia, hoy, día 3 de diciembre de 2019, el revuelo mediático por su llegada a Lisboa tras un periplo de 21 días en catamarán es ejemplo de su relevancia internacional, su fuerza y su capacidad para transmitir un mensaje que pronuncia alto y claro: “Somos enfermos de una emergencia global”. Una emergencia que no es otra que la necesidad inminente de abordar medidas “desde una perspectiva holística” para frenar el calentamiento global y “asegurar las condiciones futuras de los seres humanos”.
Sentando ejemplo, su travesía hasta llegar a la capital portuguesa, inició en Estados Unidos para cruzar el mar en catamarán con destino a Madrid, sede que alberga hoy la XXV Cumbre Mundial Climática (COP25). Han sido 21 días destinados a “lanzar un mensaje”: si uno quiere, puede encontrar alternativas solidarias con el medio ambiente en pleno siglo XXI, a pesar de los escépticos, y a pesar de que, tal como denuncia, en la actualidad es “imposible viajar de forma sostenible”.
“Yo no digo a la gente cómo tiene que viajar, pero por supuesto hay soluciones alternativas”, ha dicho en su llegada a Lisboa, donde esperará unos días antes de viajar a la capital de España.
Su objetivo en la Cumbre del Clima es claro: “Iré a la COP25 de Madrid y seguiré luchando allí para mostrar las voces de las próximas generaciones; para que sean escuchadas", ha dicho, denunciando que “ningún país del mundo está haciendo lo suficiente” para abordar la emergencia climática. “Tenemos que hacer mucho más de lo que estamos haciendo hoy”, ha dicho, dejando claro que va a asegurarse de que los numerosos líderes políticos y expertos que se congregan estos días en la cumbre lo sepan y lo escuchen. Sin adornos y sin rodeos; de la forma clara, directa y contundente con la que Greta siempre se ha expresado. Hay quien, de hecho, la ha llegado a definir como “una joven enfadada”, rehusando entender que su mensaje precisa tanta seriedad como indignación para calar en la gente. Su firmeza y su convicción plena a la hora de expresarse es parte de su sello de identidad desde el principio. Prueba de ello es el movimiento ‘Fridays For Future’, originado después de que la adolescente, abanderando la causa de la denominada ‘justicia climática’, se plantase frente al Riksdag, el Parlamento sueco, cambiando el pupitre y las clases por las pancartas y la protesta, demandando a los políticos de su país acciones inmediatas para reducir las emisiones contaminantes. “Huelga escolar por el clima”, rezaba la pancarta, y cada viernes continuó haciendo lo mismo, desafiando al clima gélido de su país. Lloviese, helase o nevase, Greta estaba allí, en la calle, luchando por el mundo, por ella y por las generaciones futuras.
Su lucha llegó a la ONU. “Robáis el futuro a vuestros hijos delante de sus propios ojos”, llegó a denunciar en plena Conferencia de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, y su mensaje empezó a calar hondo. Pronto serían miles, y poco después millones, los que se sumaron a su causa. Muchos de ellos jóvenes de la ya conocida como ‘generación Greta’, que salieron también a las calles en los ‘Viernes por el Futuro’ para luchar en la misma dirección que ella.
Ahora, esa multitud avanza sin mirar atrás para salvaguardar y proteger el planeta. “Por supuesto, tanto yo como los otros activistas climáticos no vamos a parar. Continuaremos para hacer todo lo que podamos”. “Asegúrense de que están en el lado correcto de la historia", ha dicho, llamando a seguir con la lucha.
Este viernes 6 de diciembre, Greta Thunberg participará en la marcha climática convocada en Madrid, donde se espera que nuevamente, miles de personas se congreguen en las calles.