El huracán Ida que ha inundado Luisiana y Misisipi causó cuatro muertos y dejó a un millón de personas en la total oscuridad al echar abajo el suministro de electricidad hace tan solo unos días. En pocas horas, la tormenta consiguió fortalecerse rápidamente y convertirse en un monstruoso sistema con un ojo apreciable en las imágenes satelitales y vientos de 240 kilómetro por hora. ¿Cómo lo hizo? Incluso los científicos están sorprendidos con la hazaña.
Ida pasó de categoría 1 en el Golfo de México a la categoría 4 en muy poco tiempo. Pasó de registrar unos vientos sostenidos de 135 km/h el sábado 28 a hacerlo de 240 km/h al día siguiente, llegando incluso a tocar tierra con estas rachas huracanadas en el estado de Luisiana. La escalada de poder fue tan rápida y extrema que el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica ha descrito a Ida como una “tormenta de profundización rápida”.
Aunque incluso ese término se queda corto. La presión central del huracán Ida se redujo en 56 milibares en tan solo 24 horas, una caída espectacular que pocas veces se ve, y un caso inédito para una latitud tan elevada.
“Primero, necesita una reserva sustancial de energía en el océano en forma de una capa profunda de agua extra cálida. Si esa capa es poco profunda, no contiene suficiente energía para impulsar una rápida intensificación, porque la agotará rápidamente”, explica en un artículo ‘Scientific American’.
En segundo lugar, continúa detallando, es necesario mucho vapor de agua. “El agua más caliente evapora más vapor en el aire y el aire más caliente puede contener más vapor. Ya estamos viendo un aumento promedio global de alrededor del 4 por ciento en la cantidad de vapor de agua en la atmósfera desde mediados de la década de 1990”, un aporte que le vino de perlas a Ida para convertirse en un huracán monstruoso.
El vapor asciende y se condensa en las nubes, lo cual aumenta los movimientos ascendentes del viento (la cizalladura), y acaba formando grandes tormentas eléctricas.
*NOAA
Por último, ha jugado un papel clave un factor llamado “remolino en el Golfo de México”. Tanto el huracán Katrina como Ida experimentaron su rápida intensificación en una región del golfo con una mancha de agua profunda y muy cálida que está asociada con una corriente llamada Corriente de Bucle. Es una especie de río que fluye desde el Caribe hasta el golfo y forma un rizo hacia el norte.
Cuando esta curva de agua cálida se dibuja en el Golfo de México y entra en acción una tormenta tropical, el chute de energía es brutal.
Con estas condiciones, en parte influenciadas por el cambio climático, que contribuye a calentar los océanos dando esa inyección extra de humedad a las tormentas, Ida logró fortalecerse extraordinariamente rápido el pasado fin de semana.
Por suerte, eso sí, el eficaz pronóstico del NHC permitió evacuar a los residentes de sus casas antes de que el huracán tocara tierra, evitando así incontables muertes.