El caos está sembrado en la ciudad de Seyðisfjörður, en el este de Islandia. Las fuertes lluvias que se han producido estos días han sido demasiado para el terreno, y los deslizamientos de tierra han sido inevitables. Los medios locales hablan de al menos 10 casas que se han desprendido al mar en la costa, donde cayeron más de 500 litros por metro cuadrado de agua.
Los Fiordos del Este de Islandia se convirtieron en el escenario de la tragedia el viernes. Una potente borrasca se situó en el entorno de la isla y propició un temporal que descargó hasta 570 litros/m2 de agua entre los días 14 y 18, dejando un récord de máxima precipitación en cinco días. Por contextualizar, apunta el medio ‘MBL’, “la precipitación media anual en Reykjavík es de 860 l/m2”.
La ciudad ha sido evacuada, y por el momento residentes y turistas permanecen hospedados en hoteles de municipios cercanos. En los próximos días las lluvias darán una tregua y la mayoría podrán volver a sus casas, sin embargo algunos las han perdido por completo.
Los aludes de barro o de tierra se producen cuando el agua se va acumulando en la tierra en poco tiempo y la satura. Generalmente ocurre en zonas en pendiente y son más probables después de una sequía o un incendio, cuando el suelo es menos permeable. Se trata de un desastre natural que deja sin hogar a muchas personas cada año.
En las últimas semanas, se han producido también en Alaska y en Oregón, y antes del otoño se habían sufrido en Tanzania, e Liberia o en Noruega, entre otros.