El incendio que se inició el pasado sábado en La Palma ha afectado a unas 2.300 hectáreas, según las primeras estimaciones, aunque la cifra podría ser bastante más alta. El calor contribuyó a avivar las llamas durante varios días, y el fuerte viento que sopla hacia el sureste se encargó de repartir la nube de humo hacia el resto de islas. Así lo captaron los satélites de la NASA.
Las llamas se iniciaron en el municipio de Puntagorda, y afectó a esa localidad, así como la zona de Tijarafe y el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente. Al menos 20 edificios han quedado destruidos y 4.000 personas han tenido que evacuar sus hogares estos días.
Más de 200 militares de la Unidad Militar de Emergencias (UME) han trabajado en la extinción del fuego, más los 38 efectivos de la Brigada de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF), y unos 205 efectivos de Guardia Civil. Finalmente, el incendio se ha declarado estabilizado.
El espectrorradiómetro de imágenes de resolución moderada (MODIS) en el satélite Aqua de la NASA capturó esta imagen del humo que fluía hacia el sur desde el incendio el 15 de julio, cuando se inició el fuego.
“El clima cálido y los fuertes vientos acompañaron la intensa quema”, explican desde la NASA. Por suerte desde el domingo las condiciones climáticas han ayudado algo a los bomberos a frenar el incendio. Las imágenes de satélite recopiladas el 16, 17 y 18 de julio mostraron mucho menos humo saliendo del fuego.
Los incendios en La Palma son habituales en verano debido al clima seco de la isla. Un análisis de los anillos de los árboles sugiere que los incendios intensos queman los bosques de la isla aproximadamente cada 7 años en promedio, con incendios menos intensos que arden cada 2 a 4 años.
Además del fuego, la actividad volcánica también puede dañar la infraestructura y alterar el paisaje de La Palma. Una erupción de movimiento lento destruyó 1.600 hogares en la isla a fines de 2021.