La siembra de nubes de manera artificial para causar lluvias no es nada nuevo. La modificación del tiempo es una realidad en más de 50 países hoy en día con el objetivo de regar los campos y reducir el impacto de las sequías en la agricultura, de disipar la niebla o de disminuir el tamaño del granizo, entre otros propósitos. Recientemente, expertos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) han opinado sobre esta práctica en un artículo.
La teoría de los “chemtrails” que estamos volviendo a escuchar últimamente no es nueva, y de hecho viene de lejos. Comenzó a surgir a finales del siglo XX y a día de hoy todavía es una conspiración que muchos compran. Por ello, la Aemet ha aclarado en primer lugar en una publicación que los “chemtrails” no existen. No hay aviones fumigándonos ni controlando el clima para obligarnos a consumir ciertos productos, las líneas que se forman en el cielo son realmente estelas de condensación producidas por la interacción entre los gases de los aviones y los de la atmósfera.
Desde el descubrimiento en la década de 1940 de que el yoduro de plata puede formar cristales de hielo en vapor de agua, los científicos han estado investigando cómo el agua se forma dentro de una nube, de manera que pueda manipularse el clima para garantizar este sustento básico de la vida en lugares del mundo donde la sequía causa periodos de hambruna.
Pero la modificación del tiempo no crea agua de la nada. Aunque "la siembra de nubes podría ser una herramienta para aumentar los recursos hídricos, no se trata de un mecanismo ‘destructor de sequías’ porque necesitamos nubes" para estimular la precipitación, aclaró Roelof Bruintjes, del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas (NCAR), en un comunicado de la Organización Meteorológica Mundial (OMM)).
En algunas montañas del mundo se ha probado la siembra de nubes pulverizando una mezcla de yoduro de plata con generadores en la superficie terrestre durante los meses fríos, para favorecer la formación de nieve que luego suministra agua durante todo el año a las regiones cercanas. Estos experimentos se han llevado a cabo en las montañas de Wyoming (Estados Unidos) o las Montañas Nevadas de Australia, por ejemplo. Según los científicos, esta práctica habría aumentado la nieve en estas zonas en aproximadamente un 14 %.
Otro país que ha modificado el tiempo de manera artificial es Emiratos Árabes Unidos, que ha destinado 5 millones de dólares para la "estimulación de la lluvia". En los próximos 15 años, los expertos creen que la demanda de agua se duplicará en el país, y ya hoy en día el agua desalinizada supone el 40 % del abastecimiento.
En China también se están destinando grandes cantidades de dinero a la siembra de nubes, y el objetivo es cubrir alrededor de 5,5 millones de kilómetros cuadrados (o el 60 % del país) con estos programas de manipulación del clima para mediados de esta década.
Manipular el clima para reducir las sequías creando precipitaciones, o para hacer que el granizo cause menos destrucción en un lugar concreto, por ejemplo, suena interesante. Pero, ¿conlleva algún riesgo para la salud o el medio ambiente?
“Se considera que, en las bajas concentraciones utilizadas de los productos anteriores y en las limitadas escalas espaciales y temporales de actuación, dicha siembra es una actuación inocua para el medio ambiente”, informan los expertos de la Aemet.
“En ocasiones se plantea la pregunta de si el uso de técnicas como las descritas afecta a alguna región cercana. A este respecto hay que decir que la parte precipitante de una nube es una pequeña fracción de su contenido acuoso, que a su vez es alimentado por un constante flujo de aire húmedo, y que, por otro lado, las técnicas de modificación artificial del tiempo se considera que solo alterarían, incrementando o inhibiendo, una pequeña parte de la precipitación que puede tener lugar”, explican.
“Por todo ello se considera que, y más en las limitadas escalas espaciales y temporales de actuación afectadas, la siembra de nubes no afecta a las precipitaciones de áreas vecinas”.