El 2022 fue un año desolador en Doñana. El balance es trágico: las temperaturas han alcanzado múltiples récords de calor, lagunas como la de Santa Olalla quedaron reducidas a un charco, y la invernada de aves acuáticas fue muy escasa.
¿Está muriendo uno de los parques nacionales más importantes de España? Sin duda es lo que parece, en base al balance de 2022. La Estación Biológica de Doñana (EBD), junto con la ICTS de la Reserva Biológica de Doñana (ICTS-RBD), organismos dependientes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), informan de algunos datos preocupantes en la reserva.
El ciclo hidrometeorológico que va de septiembre del 2021 a septiembre de 2022 se caracterizó como seco y cálido en Doñana, siguiendo la tendencia observada durante la última década. En la estación meteorológica del Palacio de Doñana se recogieron 282,5 litros de precipitación.
Ha sido el año con la menor precipitación anual de los últimos diez, el segundo más seco desde 2004-05, cuando se registró el mínimo de la serie histórica que se inició en 1978, con solo 169,8 litros, y ha resultado ser el cuarto más seco de la serie, informa el CSIC en un comunicado.
Respecto a las temperaturas, se ha tratado del ciclo con la mayor temperatura máxima (46,30 °C) y la mayor temperatura media anual (18,53 °C) registradas.
El ciclo 2021-22 se caracterizó por un inicio temprano de las precipitaciones, en septiembre, pero que no tuvo continuidad inmediata, por lo que el otoño fue seco. La mayor parte de las lluvias tuvieron lugar en invierno y a principios de primavera.
Esta distribución de la precipitación unida a las elevadas temperaturas, que ya en abril tuvieron picos de más de 30 °C, hicieron que la primavera fuese cálida y corta. El verano fue largo y caluroso, con 19 días con temperaturas por encima de 40 grados y con dos intensas olas de calor.
Las lagunas de Doñana, especialmente aquellas que dependen del agua subterránea y tienen hidroperiodos largos, han sufrido este año un acortamiento del mismo muy acusado.
La laguna del Sopetón se secó a primeros de julio, mientras que la laguna Dulce se secó por completo a primeros de agosto.
Se llegó a la situación del secado casi completo de la laguna de Santa Olalla justo finalizando el ciclo en agosto. Santa Olalla está considerada una laguna de carácter permanente que no había sufrido una desecación tan intensa ni con ocasión de los periodos de sequía anteriores.
El tiempo que la marisma de Doñana permaneció inundada, conocido como hidroperiodo, que depende fundamentalmente de la precipitación, fue muy corto, con una anomalía (diferencia con la media anual) muy negativa, debido a las escasas precipitaciones.
Como consecuencia, la invernada de aves acuáticas fue muy escasa. En el censo de enero de 2022, cuando se realiza el Censo Internacional de Aves Acuáticas coordinado por Wetlands International, el número de aves censadas fue de sólo 80.880, un número preocupantemente bajo.
De hecho, ha sido la segunda peor cifra de toda la serie histórica de censos de enero, teniéndonos que remontar 35 años, a enero de 1975, para encontrar una cifra más baja (44.601 ejemplares).
El censo de enero suele coincidir con la cifra máxima de aves acuáticas, pero en este año hidrometeorológico, esa cifra se alcanzó en noviembre de 2021, con 87.488 aves.
La distribución de las aves acuáticas durante el censo de enero de 2022 en el Espacio Natural de Doñana cambió sustancialmente con respecto al ciclo anterior, volviendo a ser la piscifactoría de Veta la Palma (La Puebla del Río - Sevilla) la zona más utilizada (34% de las aves), debido a la inundación permanente de las distintas balsas que posee la finca, independiente del régimen de lluvias anual.
Esta es la razón por la que dicha finca supone un refugio clave para las aves invernantes cuando las precipitaciones son escasas y la marisma natural no presenta condiciones óptimas para la invernada.
Como dato a destacar, el milano real (Milvus milvus) posee una población reproductora sedentaria y otra migradora invernante en el Espacio Natural de Doñana.
Esta última está compuesta, en su mayor parte, por individuos procedentes de otras áreas de cría más norteñas. Desafortunadamente para esta especie de rapaz, catalogada en el reciente Libro Rojo de las Aves de España como “En peligro”, la cifra de invernantes obtenida en 2022 ha sido la más baja de toda la serie, con tan sólo 89 ejemplares, la mayoría localizados en zonas del Parque Natural. La tendencia a la baja sigue siendo muy preocupante.
El conejo (Oryctolagus cuniculus) es una especie clave en los ambientes mediterráneos, ya que es una presa muy importante para numerosos depredadores, incluidos el lince ibérico (Lynx pardinus) y el águila imperial (Aquila adalverti), y es una especie herbívora que modela el ecosistema.
La especie ha sufrido distintas enfermedades (mixomatosis, neumonía hemorrágico-virica) que han mantenido las poblaciones en muy baja densidad. En el año 2022 el conejo en Doñana registró uno de los valores de densidad más bajos de la serie histórica con 0,20 conejos/km.
Entre 1990-1995 la distribución de las dos especies de galápagos autóctonos, era bastante amplia en el Parque Nacional, ocupando el galápago leproso (Mauremys leprosa) el 60 % de los puntos muestreados, especialmente en las lagunas peridunares, mientras que el galápago europeo (Emys orbicularis) estaba presente en el 98 por ciento de los puntos, que incluían lagunas tanto temporales como permanentes dispersas por todo el Parque.
En el año 2022, de las 17 localidades muestreadas, se encontraron galápagos en tan sólo 6. La situación es especialmente preocupante para el futuro del galápago europeo en Doñana, que presenta una disminución tanto del número de puntos donde se ha detectado la especie como del número de individuos a lo largo de los años.
“El año hidrológico 2021-2022 ha sido uno de los peores desde que iniciamos nuestro trabajo en la década de los 70 del pasado siglo. La intensa y prolongada sequía causada por el cambio climático, y la presión que la actividad humana ejerce en el exterior del área protegida dejan notar su huella en los distintos indicadores del estado de la biodiversidad de Doñana”, ha señalado el director de la Estación Biológica de Doñana (EBD), Eloy Revilla.