Enero y febrero son meses generalmente fríos, pero eso depende de algunos factores. Por ejemplo, del vórtice polar, que está estrechamente relacionado con los eventos de calentamiento súbito estratosférico. ¿Qué es este fenómeno del que se está hablando tanto en este invierno?
Por lo general, los vientos del vórtice polar giran en torno al Ártico, confinando así el aire frío en las latitudes más elevadas del hemisferio norte. Pero cuando se produce un calentamiento repentino en lo alto de la estratosfera, este vórtice puede ondularse o romperse y afectar al clima en superficie en latitudes mucho menores, como la nuestra, trayendo olas de frío muy intensas.
¿Recuerdas las nevadas de febrero de 2018, cuando la ‘Bestia del Este’ afectó a gran parte de Europa? Aquel invierno una masa de aire siberiano afectó a buena parte del interior del continente y llegó incluso a Reino Unido, Italia o España, causando decenas de muertes a su paso, y dejando carreteras y colegios cerrados, y cientos de vuelos suspendidos. Todo ello fue consecuencia de un calentamiento súbito estratosférico.
También ocurrió el invierno de Filomena, más reciente y más impresionante. En apenas dos semanas, se produjo un aumento de más de 30 ºC en la estratosfera, entre 10 km y 50 km sobre el suelo. Y eso no es nada: algunos años, ese aumento puede llegar a ser incluso de 50 ºC.
Como imaginarás, por estas fechas el Ártico está a oscuras, por tanto el calentamiento en la estratosfera no sucede por el sol, sino por la interacción con capas inferiores de la atmósfera.
Aquel calentamiento hizo que el aire frío de lo alto de la estratosfera se dispersara, afectando a la corriente en chorro y haciendo que el aire frío se hundiera desde la estratosfera hacia la troposfera. Eso hizo que se produjeran olas de frío y nevadas en latitudes inusualmente bajas (como la nuestra).
Por tanto, cuando se produce un calentamiento súbito estratosférico podemos esperar que el vórtice polar actúe de manera inusual, y en algún lugar de Norteamérica, Asia o Europa esto da lugar a olas de frío extremas o nevadas fuera de lo normal, como las de 2018 o las de Filomena en partes de nuestro país.
Este invierno se ha hablado mucho de un posible calentamiento súbito estratosférico y la consecuente ruptura del vórtice polar.
“Actualmente, las piezas del puzle meteorológico encajan con una ruptura del vórtice polar, pero no es seguro que esa ruptura se vaya a producir”, decía a finales de noviembre el portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Rubén del Campo, cuando se observaban las primeras pistas de un posible calentamiento súbito estratosférico.
Por tanto, aclaraba entonces, "hay una probabilidad mayor de que se produzca esa ruptura del vórtice polar estratosférico" que otros años, pero no necesariamente se va a producir. De hecho, a mediados de enero aún no se ha confirmado que vaya a romperse... Aunque sí parece cada vez más probable.
Como consecuencia, está previsto que el vórtice polar estratosférico vea su estructura afectada, con un cambio claro en su forma, a medida que se estira y deforma. La pregunta ahora es hacia dónde desalojará aire frío ártico. ¿Afectará a España?
Por lo pronto, desde la Aemet señalan que “estamos ante una de las semanas probablemente y previsiblemente más frías de este año 2023", y no se descarta del todo que, al revisar los datos recogidos hasta el jueves 26 de enero, se confirme que hemos vivido una ola de frío, aunque esta no se ha declarado hasta el momento porque "no se cumplen los requisitos requeridos” para ello.
Decimos hasta el jueves 26 porque, ese día, las temperaturas subirán considerablemente en España de manera generalizada, pero eso no quiere decir que el frío nos vaya a dejar. Según el pronóstico, hasta la semana que viene el ambiente seguirá siendo más gélido de lo habitual para estas fechas en nuestro país.