La borrasca Filomena marcó un antes y un después en gran parte de España. Un temporal así ocurre de media cada 50 años, por lo que es muy poco probable que vemos algo igual este invierno o cualquier invierno en los próximos años, pero no es descartable del todo. ¿Qué tendría que pasar para ver una nevada similar?
La histórica nevada de Filomena y la ola de frío posterior fueron el resultado de un puzle atmosférico complejo que muy rara vez ha ocurrido en nuestro país. ¿Cuál es la probabilidad de que se produzca? Pues, aproximadamente, el equivalente a la probabilidad de tirar un dado con 50 caras y que saliera la “cara de Filomena”, en general hay un 2 por ciento de probabilidad de que suceda. Pero este invierno no se descarta del todo por un motivo: el vórtice polar.
La borrasca Filomena fue nombrada por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) el 5 de enero de 2021. La gran nevada que colapsó principalmente Madrid con hasta 50 cm de nieve ocurrió entre los días 8 y 9, y posteriormente, entre los días 11 y 17 vivimos una ola de frío que batió múltiples récords de temperatura mínima en muchos observatorios de España.
El 11 de enero a las 6 de la mañana hizo -17,5 ºC en Burgo de Osma (Soria), -16 ºC en Bello (Teruel) y -13 ºC en puntos de Zaragoza, Segovia o Guadalajara.
Todo empezó con un calentamiento estratosférico repentino, que disparó la temperatura en la estratosfera sobre del Polo Norte. Esto ocurrió hacia finales de diciembre. A comienzos de enero, los vientos del vórtice polar se invirtieron a unos 30 km de altitud.
Un amplio anticiclón pasó a ocupar el Polo Norte, y el núcleo frío del vórtice polar se dividió en dos partes: una se descolgó sobre Norteamérica y la otra sobre Europa.
Sobre la Península Ibérica se formó un área fría y de bajas presiones que favoreció el desarrollo de la borrasca Filomena, y la corriente en chorro se encargó de arrastrar aire gélido del Ártico desde Siberia. Con la extensa capa de nieve sobre el suelo, se formó después un área de altas presiones que favoreció la ola de frío.
El portavoz de la Aemet, Rubén del Campo, lo explicó así para El Tiempo Hoy: "Normalmente, en invierno, cuando las noches son largas, si los cielos están despejados y el viento en calma, el enfriamiento del suelo es acusado. Pero, si además está cubierto de nieve, es todavía más fuerte”.
“Por el día no absorbe el calor del sol, sino que lo refleja, por eso, en cuanto anochece, el enfriamiento de un suelo cubierto de nieve es muy rápido e intenso, y en zonas de valle o vaguadas del terreno, donde tiende a acumularse el aire frío, las temperaturas mínimas pueden ser extremadamente bajas", comentó.
Por tanto, para ver una nevada y un episodio de frío similares este invierno, los engranajes en la atmósfera tendrían que encajar de nuevo para traernos al mismo tiempo una borrasca con mucha humedad y una masa de aire polar.
“Actualmente, las piezas del puzle meteorológico encajan con una ruptura del vórtice polar estratosférico en las próximas semanas, pero no es seguro que esa ruptura se vaya a producir”, decía hace unas semanas el portavoz del a Aemet.
“Hay una probabilidad mayor que otros inviernos de que se produzca esa ruptura del vórtice polar estratosférico”, señalaba, pero esto es solo una probabilidad, no hay nada claro por ahora.
En caso de que el vórtice polar se rompiera, “ahora mismo es imposible saber dónde tendría lugar el desalojo de aire frío procedente del Ártico, podría ser Europa, Asia, Norteamérica…”, comentaba Del Campo. Por tanto, incluso aunque este evento se produjera, como ocurrió el invierno de Filomena, no significa que se vaya a traducir en nieve o en una ola de frío en España.