Las imágenes de las nevadas en España están dando la vuelta al mundo. La alfombra de árboles caídos, los esquiadores de la Castellana o la agónica noche de cientos de conductores en la M-40 no son algo que se espere del país donde los europeos del norte vienen buscando el sol. "Ha ido histórico", repetimos los madrileños. Y esto no ha terminado: una ola de frío polar nos espera esta semana con temperaturas que podrían batir un récord. ¿Qué factores están favoreciendo este tiempo?
Filomena ya se aleja, pero el nombre siempre nos recordará a la nevada que cayó durante 30 horas seguidas entre los días 8 y 10 de enero de 2021. Para encontrar algo igual tendríamos que retroceder medio siglo, concretamente hasta marzo de 1971, en el caso de Madrid.
"Antes de la nevada teníamos aire frío acumulado en nuestro país, procedente de una entrada de aire ártico ocurrido unos cuantos días atrás", hace balance Rubén del Campo, meteorólogo y portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). "Ese aire se quedó estancado, manteniendo las temperaturas muy bajas hasta que la borrasca Filomena, procedente de Canarias e impulsada por un chorro de aire subtropical templado y húmedo, se acercó a la Península".
Con este cóctel, la atmósfera se convertía en una bomba de relojería. La inestabilidad nos trajo "vientos húmedos de origen mediterráneo al este y centro peninsular" y todo ello "se tradujo en las condiciones ideales para esta nevada tan intensa y extensa", continúa explicando para El Tiempo Hoy.
Con Filomena lejos de nuestra geografía, por el noroeste peninsular se va adentrando el anticiclón atlántico. Si bien en verano anticiclón es sinónimo de calor achicharrante y solazo, en invierno quiere decir más frío. La atmósfera está notablemente más estable este lunes, lo cual se va a traducir en la anunciada ola polar.
"Normalmente, en invierno, cuando las noches son largas, si los cielos están despejados y el viento en calma, el enfriamiento del suelo es acusado. Pero si además está cubierto de nieve, es todavía más fuerte", señala el meteorólogo. Por el día no absorbe el calor del sol, sino que lo refleja, "por eso, en cuanto anochece, el enfriamiento de un suelo cubierto de nieve es muy rápido e intenso, y en zonas de valle o vaguadas del terreno, donde tiende a acumularse el aire frío, las temperaturas mínimas pueden ser extremadamente bajas".
Podemos esperar que aparezcan más placas de hielo "en las vías de transporte, calles y aceras", dice Del Campo, pero es que además, añade, "hablamos de temperaturas mínimas que en el siglo actual no han tenido muchos precedentes. Por decirlo de alguna manera, nos hemos ‘desacostumbrado’ a tanto frío", lo cual suma riesgo a un episodio de por sí peligroso.
La Aemet ha activado el aviso rojo –riesgo extremo– en seis provincias (Zaragoza, Teruel, Guadalajara, Soria, Albacete y Cuenca), por temperaturas que podrán incluso bajar de los -16ºC la madrugada del martes, y el aviso naranja –riesgo importante– en otras seis (Ávila, Burgos, Segovia, Ciudad Real, Toledo y Madrid). Se alcanzarán de forma bastante generalizada temperaturas de unos -10 o -12ºC.
La tendencia empezará a cambiar a partir de la madrugada del miércoles, cuando se iniciará un ascenso de las temperaturas. Se notará especialmente en la mitad este peninsular y zonas de montaña, pero las heladas continuarán de forma generalizada en el interior durante toda la semana. "Tendremos tiempo riguroso de pleno invierno, pero con unos valores más acordes a lo normal en nuestro país", apunta Rubén del Campo, "y la capa de nieve irá desapareciendo poco a poco".
Siempre que hay episodios de calor extremo en verano, la respuesta a esta cuestión es unánime en las conversaciones de a pie –no tanto entre los científicos–. Sin embargo, con el frío suele haber confusión.
Le hemos preguntado al portavoz de Aemet qué opina sobre el eterno debate: "Aunque estamos en un mundo cada vez más cálido, y de hecho 2020 fue uno de los dos años más cálidos en nuestro país, esto no es óbice para que se puedan producir episodios fríos, y menos óbice todavía para que haya temporales de nevadas intensas, tal y como nos han hecho ver la borrasca Filomena en 2021 o la borrasca Gloria en 2020", precisa.
“Es posible, incluso, que las nevadas sean más extremas, puesto que la atmósfera, más cálida en su conjunto, es capaz de generar precipitaciones más intensas. El cambio climático no acaba con las nevadas, aunque la tendencia pueda ser a que nieve menos, ni las olas de frío, aunque estas sean menos frecuentes”, concluye.