Las lluvias han vuelto en la última semana a España tras un verano y principio de otoño muy secos. Pero, ¿cómo están nuestros embalses tras las precipitaciones? ¿Podemos dar por concluida la sequía?
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha hecho balance de las precipitaciones caídas en los últimos días por el paso de las borrascas 'Armand' y posteriormente por 'Béatrice', cuyos frentes regaron amplias zonas de nuestra geografía.
Se registraron “más de 300 litros por metro cuadrado en puntos del oeste de Galicia, y cerca de esa cifra se quedaron en el Puerto del Pico (Ávila), con 295 l/m2, y acumularon más de 200 l/m2 en otras localidades del entorno del sistema Central y del oeste de Galicia”, recalcaba el portavoz de la Aemet, Rubén del Campo.
"Son lluvias muy bien recibidas en una zona donde la sequía meteorológica lleva instalada desde finales del invierno", comentaba el meteorólogo. Pero son insuficientes para revertir la crítica situación que atraviesan nuestros embalses.
El último año hidrológico, que terminó en septiembre, ha sido el tercero más seco en 60 años, con un 26 por ciento menos de lluvias de lo habitual. Esto ha hecho que agricultores y ganaderos hayan visto afectada su actividad y hayan tenido que aumentar considerablemente el riego para asegurar el rendimiento de los cultivos.
Las recientes lluvias han supuesto un alivio en algunas regiones. La presa de Eiras, en Galicia, ha abierto sus compuertas para iniciar su desagüe tras llenarse al 79,5 % de su capacidad, y en el entorno de Pirineos también hay buenas noticias. En la última semana, los embalses en la cordillera han ganado 70 hectómetros cúbicos y el volumen total ha aumentado un 10 %, pero pese a esta mejoría la única cuenca que puede presumir de normalidad es la del Ésera.
Las cuencas de los ríos Aragón y Arba se encuentran en situación de emergencia; la del Gállego y del Cinca, en alerta, y la cuenca del Noguera-Ribagorzana, en prealerta.
Según el último informe de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), los niveles de agua han seguido bajando en el embalse de Mansilla, al 31,3 por ciento; el embalse de Pajares, que está al 33,2 por ciento, y el embalse de González Lacasa, al 22,3 por ciento de su capacidad.
Más preocupante aun es el estado del embalse de Almendra, el mayor pantano de Castilla y León, ahora reducido a la mínima expresión.
Por otro lado, la Confederación Hidrográfica del Duero ha informado de una ligera mejoría en los embalses de Ricobayo y Cernadilla, pero ambos continúan aún a 20 y el 11 % de su capacidad total, respectivamente.
La reserva nacional de agua (el agua que contienen todos nuestros embalses de media) contiene a 25 de octubre 17.826 hectómetros cúbicos de agua, lo cual supone un 31,79 % de su capacidad total. En la misma fecha de 2021, se encontraban al 38,86 %, y en los últimos diez años, de media, al 49,20 %.
A pesar de las lluvias que están dejando imágenes mucho más positivas de nuestros campos e invitan a pensar que podríamos acercarnos al fin de la sequía, lo cierto es que nuestros embalses siguen muy por debajo de su capacidad total en el ecuador del otoño.
Muchas veces las lluvias se producen en partes medias y bajas de las cuencas hidrográficas, lejos de los grande embalses, por lo que no tenemos herramientas para recoger esa agua.
En algunos casos, además, no podemos hacer uso del agua que sí se acumula en los pantanos porque no hay canalizaciones para llevar el agua donde hace falta, como es el caso del embalse de Rules, en Granada, que tampoco cuenta con una central hidroeléctrica par aprovechar esa agua para generar energía.
Desde algunos sectores apuntan como otra de las causas que han incidido en los bajos niveles de agua almacenada el vaciado de pantanos para el aprovechamiento hidroeléctrico por parte de algunas empresas que gestionan los embalses de las cuencas hidrográficas del Duero, del Tajo y del Miño.
A esto hay que sumar que las lluvias, como decíamos, no han sido precisamente generosas este año. El invierno tuvo un carácter muy seco en la mayor parte de España y extremadamente seco en amplias regiones de la Península y Baleares y, aunque la primavera consiguió saciar nuestros campos con lluvias abundantes, el verano cortó el grifo y tan solo han caído las cantidades habituales de agua en las islas Canarias, mientras el resto de España se ha secado nuevamente mientras sufría, además, constantes olas de calor que han batido todos los récords. Concretamente, hemos tenido 42 días (la mitad del verano) de ola de calor.
Por si fuera poco, esta semana, la formación de una dorsal anticiclónica nos está trayendo un tiempo muy estable, sin apenas lluvias a la vista a excepción de Galicia, donde van a ser muy cuantiosas. En el resto de España se espera, especialmente el miércoles 26 y jueves 27 de octubre, un “veroño” con temperaturas que podrán exceder los 28 ºC en amplias zonas del país, y los 32 ºC en zonas de sur y el este peninsular.
También es posible que veamos noches tropicales a finales de octubre, con temperaturas mínimas por encima de los 20 ºC en Andalucía, el área mediterránea y en las comunidades del Cantábrico, algo totalmente excepcional.