Las lluvias de los últimos días no solo han dejado un reguero de destrozos en múltiples zonas de España, también una amenaza preocupante: la posible proliferación de plagas de mosquitos o cucarachas ahora que suben las temperaturas. La humedad y el calor son el caldo de cultivo perfecto para estos insectos que pueden plantear un problema de salud pública, especialmente especies invasoras transmisoras de enfermedades, con una presencia cada vez mayor en nuestro país.
La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla) destaca muy especialmente el riesgo que supone el crecimiento de la población de mosquito tigre, sobre todo en la zona del Levante, transmisor de importantes enfermedades como el Dengue, el Zika o el Chikungunya; y del mosquito común, vector del Virus del Nilo Occidental, del que ya se detectaron dos casos hace apenas unos días.
Al verano con las peores olas de calor registradas en España le ha venido a dar el relevo un otoño de tormentas, y se prevé que llegue un “veranillo de San Miguel” tardío en unos días.
Insectos como los mosquitos, cucarachas o termitas, además de las incomodidades evidentes que pueden causar, son peligrosos vectores transmisores de enfermedades. Anecpla señala especialmente el alto riesgo para la salud pública que supone el incremento desmedido de la población del mosquito Culex, transmisor del Virus del Nilo Occidental.
“El brote de virus del Nilo Occidental que se produjo en el año 2020 acabó con la vida de ocho personas en Andalucía. Llevamos ya algo más de un mes alertando del incremento continuado de la población de los mosquitos transmisores de este virus y las últimas lluvias son un disparador ideal para que se produzca un aumento desmedido de la población de este vector”, alerta Jorge Galván, director general de Anecpla.
Desde la Asociación advierten de la necesidad de actuación por parte de las Administraciones Públicas así como la ciudadanía, “de la que depende la puesta en práctica de normas preventivas tan importantes como la limpieza de criaderos de mosquitos, domésticos y peridomésticos, es decir, aquellos que permanecen en aguas estancadas, albercas, tanques o cualquier recipiente al aire libre que pueda acumular agua”, apunta Galván.
La Blattella germanica (cucaracha rubia, alemana o del café), la Blatta orientalis (cucaracha negra) y la Periplaneta americana (cucaracha americana, conocida como la “súper-cucaracha” por su tamaño) son las especies más comunes de cucaracha en nuestro país.
“El control de este insecto ha de ser inmediato desde el mismo momento de su detección”, alerta Galván. “Las cucarachas se reproducen a una velocidad de vértigo y más aún con las condiciones climáticas que estamos teniendo ahora mismo. Su principal peligro es que son transmisoras de enfermedades como la salmonelosis o la disentería, entre otras”.
“El control de esta plaga es un asunto de primer orden, especialmente para los responsables del sector hostelero, que se juegan mucho en cuanto a la imagen de su negocio ya que, si un cliente ve una cucaracha en un restaurante, en una terraza o en un bar, con toda probabilidad no volverá a aparecer por el establecimiento”, añade el director general de Anecpla.
La meteórica expansión del mosquito tigre (Aedes albopictus) en España ha llegado a un punto de no retorno donde su extinción es ya imposible. Sin ir más lejos, tan solo en el primer semestre de 2020, cuando debido al Estado de Alarma consecuencia de la pandemia de COVID-19 no pudieron llevarse a cabo los tratamientos de control oportunos, se calcula que su presencia se incrementó en hasta un 70 % con respecto a 2018, según datos de Mosquito Alert.
Con termómetros que se resisten a descender y las lluvias de los últimos días, la plaga de mosquito tigre amenaza con dispararse en las próximas semanas, especialmente en la zona del Levante español. “El mosquito tigre es una especie invasora especialmente peligrosa, por cuanto que es vector transmisor de graves enfermedades como el Zika, el Dengue o el Chikungunya, entre otras muchas”, recuerda el presidente de Anecpla, Sergio Monge.
Una situación de riesgo que se complica a la luz de los últimos estudios que revelan cómo esta especie habría generado resistencia a las sustancias químicas presentes en los insecticidas. Un problema añadido, pero no nuevo.
“Hace mucho tiempo que tenemos constancia de la existencia de este tipo de resistencia a los insecticidas por parte de esta especie”, recuerda Sergio Monge. “De lo contrario, nos podemos encontrar con complicaciones extra como éstas y otras que pueden estar por llegar”.