Monzones e inundaciones ha habido siempre, pero las de este año en Pakistán están siendo extraordinarias, por el daño material y por el personal. Aproximadamente un tercio del país está bajo el agua tras un episodio de lluvias que ha batido todos los récords y ha causado la muerte de más de 1.200 personas, además de 33 millones de desplazados. ¿Por qué están siendo tan extremas?
Las temperaturas en Pakistán fueron excepcionales prácticamente desde el comienzo de 2022, alcanzando recurrentemente los 40-44 ºC, y a finales de abril ya se alcanzaban los 49 °C en varias regiones. Y la cosa no quedó ahí: en un sofocante día de mayo, la ciudad de Jacobabad superó los 51 °C.
Durante muchos días e incluso semanas, Pakistán y la India fueron los lugares más infernales de la Tierra, más que el Valle de la Muerte de California. A esto hay que sumar que el calor abrasador se producía en zonas habitadas.
El calor provocó muertes, cortes de energía que causaban apagones constantes e incluso desprendimientos, como este de un puente inmenso por el derretimiento del glaciar Shisper que dio lugar a una avalancha de agua.
Ese es uno de los causantes de las inundaciones extremas de este año y que tiene que ver con que lleguen justo después de la peor ola de calor de la historia: Pakistán tiene unos 7.000 glaciares.
El intenso calor derritió buena parte de esos glaciares en las montañas del norte del país, aportando enormes cantidades de agua a los afluentes que fluyen hacia el río Indo, el más grande de Pakistán, recoge un artículo de la revista Nature.
Al calor y el derretimiento de los glaciares hay que añadir otro evento extraordinario: una tormenta con una presión atmosférica muy baja ha recorrido el Mar Arábigo, causando fuertes lluvias en las provincias costeras de Pakistán.
Estas características inusuales se vieron exacerbadas por la llegada anticipada del monzón el 30 de junio, que “generalmente fue más húmedo en una región más grande durante un período de tiempo muy prolongado”, dice Andrew King, científico climático de la Universidad de Melbourne, Australia.
Como resultado, durante el monzón Pakistán recibió tres veces la cantidad de lluvia que suele recibir a lo largo del año. En las provincias sureñas de Sindh y Baluchistán, cayó hasta cinco veces más lluvia que en un año normal.
Una vez cae en la tierra, el agua lo invade todo a su paso. Se han destruido más de 1,2 millones de casas, unos 5.000 kilómetros de carreteras y 240 puentes, según el balance provisional. En Sindh, entre las provincias más afectadas, incluso se ha formado un lago a causa de las intensas lluvias, que cubre decenas de kilómetros de ancho… Y aún se espera que siga creciendo.
Este año se está produciendo un fenómeno de enfriamiento en el Océano Pacífico oriental llamado La Niña, que podría estar contribuyendo a que llueva más durante el monzón en Pakistán. Las previsiones apuntan a la persistencia de este evento en invierno (será el tercer invierno con un evento de La Niña).
También el calentamiento global inducido por el ser humano está influyendo. Entre 1986 y 2015, las temperaturas en Pakistán aumentaron 0,3 °C por década, más que el promedio mundial, lo cual podemos asociar a la extrema emisión de gases de efecto invernadero que calientan el planeta.
Los expertos aseguran que, aunque el clima tiene la mayor parte de la culpa, también hay que sumar otros factores relacionados con la adaptación humana: un sistema de alerta temprana ineficaz para inundaciones, mala gestión de desastres, inestabilidad política y desarrollo urbano no regulado, así como falta de infraestructura de drenaje y almacenamiento, y la gran cantidad de personas que viven en zonas inundables en Pakistán.