Los riesgos de confiar en el control parental: "No es una herramienta completamente segura"
El doctor Miguel Ángel Martínez-González aporta un repertorio de recursos para hacer frente a los riesgos de la educación con pantallas
El control parental permite a los padres controlar los contenidos que consumen los menores en todos los dispositivos que usan
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La distribución del primer smartphone en 2007 marcó el inicio de un cambio radical en el día a día de los adolescentes, cuya gran mayoría admitía estar en línea casi constantemente tan solo una década después. Algunos estudios comparativos han demostrado que España es el país donde los menores pasan más horas enganchados a redes sociales como TikTok, Instagram, WhatsApp y YouTube.
No hay padre o madre de menores que hoy no esté preocupado por las amenazas y daños que las pantallas conectadas a internet pueden provocar en la salud mental de sus hijos. Tanto es así que incluso los pioneros de Silicon Valley, figuras tan conocidas como Steve Jobs, Bill Gates y Chris Anderson, limitaron el acceso a la tecnología de sus hijos.
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El acoso escolar a través de las nuevas tecnologías, el acceso a la pornografía -que se calcula según varios estudios que es cada vez más temprana, sobre los ocho años-, las adicciones que generan determinadas aplicaciones o la pederastia son solo algunos de los miedos de muchos progenitores que se ven incapaces de gestionar este problema.
En este sentido, muchos expertos apuntan a la comunicación y educación. Sin embargo, existen herramientas que pueden servir de apoyo. Hablamos, por ejemplo, del control parental del que habla el doctor Miguel Ángel Martínez-González en su nuevo libro ‘12 soluciones para superar el reto de las pantallas’ (editorial Planeta).
El autor está especializado en Medicina Preventiva y Salud Pública, es catedrático de Salud Pública de la Universidad de Navarra desde 2005, además de Premio Nacional Gregorio Marañón (2022), el más importante en Investigación Médica en España, y autor de los libros ‘Salud a ciencia cierta’ (2018), ‘¿Qué comes?’ (2020) y ‘Salmones, hormonas y pantallas’ (2023). Con este último título que ha publicado, su objetivo es aportar soluciones prácticas. Y entre sus propuestas está la del control parental.
“Representa una serie de dispositivos informáticos que permiten a los padres saber lo que miran sus hijos en internet al mismo tiempo que les pueden imponer distintas limitaciones de accesos y de horarios. Una vez tenidas en cuenta las necesidades de los chicos y los costes económicos que tiene cada uno de estos sistemas, los padres pueden tomar decisiones. Recomiendo que se instalen. De todas maneras, ninguno de ellos es completamente seguro”, explica en una entrevista para la web de Informativos Telecinco.
Porque, como advierte en el libro, una vez que el menor entra en internet nadie hace un filtrado de lo que va a ver porque no hay ninguna protección por el hecho de ser menor. Por ello, lo más útil es que la protección venga de los padres. “Hay que establecer e instalar sistemas eficaces de protección”.
¿Cómo se aplica el control parental y para qué sirve?
El 4 de junio de 2024 se aprobó en España el Anteproyecto de Ley Orgánica para la protección de las personas menores de edad en los entornos digitales. Una ley que tiene como prioridad salvaguardar la salud mental de los menores a través de entornos digitales seguros. Entre las primeras acciones de esta ley está la norma que obliga a los poderes públicos a elaborar una Estrategia Nacional sobre la protección a la infancia y la adolescencia en el entorno digital y, de manera más específica, a impulsar campañas de sensibilización sobre los derechos de los menores en la esfera digital y los riesgos que esta entraña, con especial atención al consumo de material pornográfico, e investigar sobre los efectos de la tecnología en el desarrollo cognitivo de niños, niñas y adolescentes.
Además, en el ámbito sanitario, incluye medidas para el fomento de la detección precoz, la prevención y la atención especializadas a menores con patologías asociadas al uso inadecuado de dispositivos; y en el ámbito educativo, planes de formación específica, educación en ciudadanía digital y alfabetización mediática, privacidad y propiedad intelectual. Y algo más importante y que afecta a las empresas del sector tecnológico, dispone que los fabricantes deberán asegurar que los dispositivos digitales cuenten con sistemas de control parental activados por defecto y con un etiquetado informativo sobre sus riesgos.
Mientras muchos padres esperan a que eso ocurra, pueden utilizar el control parental. “Existen multitud de opciones para establecer filtros que eviten acceso a contenidos de ciertas plataformas y otros servicios de streaming. Algunos de los más conocidos son Qustodio, Mobicip o MMGuardian”, subraya el doctor Miguel Ángel Martínez-González. Qustodio, por ejemplo, es una de las más conocidas y se trata de un software que ofrece filtrado web, gestión del tiempo en las pantallas y supervisión de la actividad en varios dispositivos. Así los padres pueden establecer límites diarios de uso, bloquear contenidos inapropiados y estar al tanto de todo lo que ve tu hijo.
Más comunicación, ¿y menos control parental?
La cuestión es que muchos menores pueden sentirse invadidos por el control de sus padres y generar un efecto controrio, y esto es algo que también se tiene que comunicar y tratar en casa. Según este anteproyecto, los menores no podrán registrarse ni acceder a redes sociales antes de los 16 años (ahora la edad fijada es de 14 años), eso permitirá a muchos padres poder usar el control parental hasta los 16 años, sin embargo, como asegura este experto en entornos digitales “el control parental no basta. Hay que evitar que el hijo se sienta juzgado, criticado o reprochado; hay que crear un clima de confianza donde haya una sinceridad bidireccional y donde se puedan explicar con racionalidad las ventajas que tienen este tipo de medidas”.
En este sentido, el doctor anima a los padres y al entorno familiar (como abuelos y abuelas) a practicar con el ejemplo, es decir, a reducir el uso de los móviles cuando estemos con los menores en espacios comunes como el comedor o la cocina. Hay muchas familias que como alternativa han creado un parking de móviles para dejarlos cuando se llega del colegio y del trabajo, desactivar notificaciones para no estar en alerta todo el tiempo, firmar contratos o limitar el uso de las pantallas.
“Es básico tener en cuenta que si los padres no dan buen ejemplo pierden toda su autoridad moral. Por tanto, el primer imprescindible paso en las ‘12 soluciones para superar los retos de las pantallas’ es el buen ejemplo de los padres. Este buen ejemplo no significa que tengan que ser 'perfectos', pero sí que sus hijos perciban día a día que papá y mamá luchan seriamente por controlar el teléfono móvil y que no sea el teléfono móvil quien les controle a ellos”.
También hablar y preguntar cuando sea preciso sobre el acceso a la pornografía y el uso. Los adolescentes se encuentran en un momento de mayor plasticidad cerebral, tanto para bien como para mal, es un buen momento para intervenir malos hábitos y corregirlos con la ayuda de profesionales si es precioso, pero para ello la comunicación tiene que ser clave.
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