Los 'efectos secundarios' de los exámenes en los estudiantes: "Su biorritmo cambia por completo"
¿Qué impacto físico y emocional tiene para los adolescentes afrontar una época de exámenes como esta?
Una experta nos ayuda a entender la relación entre esta presión y su memoria o capacidad de aprendizaje
Ghada Aboud, nominada a mejor docente de España: "Yo no solo enseño, yo acompaño a mis alumnos"
Como cada año, enero ha puesto el contador a cero y, a pesar de las listas de propósitos y la sensación de un nuevo comienzo, el inicio del 2025 viene acompañado de fantasmas como la 'cuesta de enero', la vuelta a la rutina, y para los jóvenes en época de estudios, la temida temporada de exámenes.
En el entorno universitario, la entrada de enero supone la primera vuelta de evaluación del curso, y con ella, una carga invisible añadida de estrés, presión y expectativas en una etapa que los estudiantes prevén crítica, y que podría traducirse en trastornos de ansiedad de no ser bien encajada.
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Ghada Aboud, profesora de la Universidad Europea en los Grados de Maestro en Educación Infantil y Primaria, define esta carga intangible como la acumulación de grandes cantidades de trabajo, en ocasiones fruto de una mala organización, pero también resultado de “métodos de estudio poco efectivos o la dificultad de los jóvenes a la hora de conciliar la vida laboral, personal y sus estudios”.
Esta tesitura a la que se enfrentan tiene como resultado una inestabilidad emocional que afecta tanto al estado físico de los estudiantes (cefaleas, cambios en los hábitos de alimentación y sueño, náuseas, etc.) como en el emocional. "Cambian por completo el biorritmo del cuerpo, esos patrones temporales que influyen en el sueño, el estado de ánimo, la función hormonal y otras actividades corporales esenciales. La falta de horas de sueño también les pasa factura y la suma de todo ello puede afectar al proceso de aprendizaje, a la formación de la memoria, así como a las habilidades cognitivas”, explica la especialista.
Las emociones como factor clave en el rendimiento académico
Como docente especialista en inteligencia emocional, Abaud advierte de la relación directa entre el estado emocional de los estudiantes y su desempeño académico, e insiste en cómo una mala gestión de estos picos de estrés podría derivar en problemas de concentración, ansiedad constante, sentimientos de inquietud y dificultad para aprender, afectando en su apetencia en realizar las actividades, y por ende en su productividad.
La presión que envuelve a esta época de evaluación se debe, según afirman docentes y estudiantes, no solo a los propios exámenes, también a los trabajos y volumen de tareas, la presión por alcanzar buenos resultados, de tener que cumplir con las expectativas propias y ajenas, y un intento por equilibrar el tiempo invertido en estudios y la vida personal.
La falta de horas de sueño también les pasa factura, lo que afecta al proceso de aprendizaje y a la formación de la memoria
La presión es sin duda inevitable, y pese a no existir un remedio exacto para franquearlas, Ghada Abaud confía en que la organización y el uso de técnicas de estudio adecuadas a las capacidades de cada estudiante son infalibles como atenuante para lidiar con el desgaste y la sobrecarga.
Desde su perspectiva y en el ámbito profesional, la docente trata de ofrecer en su aula alternativas a las prácticas lectivas regulares, llevando a la práctica el temario y alejándose en lo posible de una formación memorística, logrando un aprendizaje significativo en ellos.
La dependencia a los móviles como factor agravante
Desde que existen los exámenes, estos picos de estrés han sido fieles compañeros del proceso. Sin embargo en los últimos años, y de la mano de las nuevas generaciones, se ha añadido una nueva traba: los teléfonos móviles y la dependencia que estos generan. “Creo que a veces no se concentran lo suficiente”, afirma la profesora Abad, “y todo eso es generado por el exceso de las redes sociales y lo que está provocando en ellos falta de concentración”.
En la actualidad, los descansos de las sesiones de estudio se miden en tiempo en pantallas, las consultas, los mensajes, y la necesidad imperiosa de estar al día de todas las notificaciones, hacen de cualquier actividad sostenida un ejercicio imposible, en el que la concentración se pierde al ver saltar un nuevo globo en la pantalla.
Tal y como afirma la experta, “esa dependencia al móvil en los momentos de estudio no es beneficiosa”, y esto sirve, afirma, “para parte de la sociedad actual, por lo que a veces el responsable no es solo el sistema educativo, sino la suma de todos los factores”.
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