Septiembre es un mes de regresos. El regreso a casa, al trabajo y, por supuesto, al colegio. Después de un largo verano en el que los niños han disfrutado de una mayor o menor libertad de horarios, ricas meriendas y desayunos, jornadas de playa y piscina y la inolvidable compañía de los amigos, hermanos o primos, toca volver a la rutina de las aulas. Muchas comunidades españolas ya han abierto sus escuelas infantiles y para que la vuelta no suponga un shock emocional para los niños, es recomendable - aunque no obligatorio - que, tanto padres como maestros, se unan en los períodos de adaptación.
Para saber cómo se desarrollan correctamente, la maestra Ghada Aboud, coordinadora de la Titulación en Maestro/a en Educación Infantil y docente en los Grados de Infantil y Primaria en la Universidad Europea, brinda una serie de consejos, enfocados, sobre todo, a la actitud de los padres. Lo primero que estos deben saber es que "es algo muy normal y común" que los niños se queden llorando en el aula durante los primeros días, si bien no es una respuesta generalizada.
"Imagínate que, como adulto te dejarán en un entorno que no conoces, sin saber si volverán a por ti, que se hubiera ido tu familia sin avisar… Seguramente, te daría un cuadro de ansiedad", apunta Aboud, a la vez que recomienda seguir las siguientes pautas, dictadas por ella misma, que fue nominada como una de las mejores docentes de España:
Un grupo de niños en el aulaPexels
La adaptación empieza antes de la vuelta al cole
Los adultos debemos mostrar, en todo momento, ante nuestros hijos e hijas, entusiasmo y seguridad porque es probable que nosotros, padres y madres, estemos más nerviosos que ellos. Transmitirles seguridad y confianza les será de gran ayuda, por eso, debemos dejar los nervios a un lado. Es recomendable que en esta vuelta a las rutinas, los niños vean a sus padres motivados y llenos de energía, ya que ellos se verán reflejados en nuestro positivismo.
Es bueno que, los días antes de la vuelta al cole, os sentéis con vuestros hijos e hijas y les contéis las cosas buenas que van a encontrar, las actividades que podrá realizar a diario con sus compañeros… y también es conveniente contarles alguna anécdota o experiencia de nuestro inicio escolar. Además, es muy necesario resolver todas las dudas que, vuestro hijo o hija, pueda tener y paliar todo aquello que le pueda generar incertidumbre o miedo.
Sería adecuado pasear tranquilamente con ellos, los días previos, para ir al centro escolar, viendo el paisaje e incluso mirar si hay algún parque cerca al que poder ir a jugar, divertirse y merendar, después de cada jornada lectiva y hacerle partícipe de ello. Además, si conocéis a algún amigo o amiga que asista o vaya asistir a ese mismo centro, podéis quedar con él esos días.
Después de unas maravillosas vacaciones en familia, en las que hemos pasado tiempo juntos, es hora de recuperar hábitos y rutinas y ajustar horarios, como despertarles cada vez más pronto, acostarles un poco antes, modificar el horario de comidas, rutinas de baño y aseo, etc., para que nuestros hijos e hijas se adapten a los nuevos ritmos que empezará a tener cuando comience la escuela.
Llegó el gran día: así se deja a los niños en el aula
Con los 'deberes' previos hechos, llega el gran día inicial. Los más pequeños acuden a su primer día de colegio, tanto si ya estaban familiarizados con el centro como si lo conocen por primera vez. Desde que ponen un pie dentro, comienza el periodo de adaptación, que se extenderá durante una o varias semanas, según las necesidades del menor (si bien esta profesional aconseja que no se "extienda demasiado"). Para que la separación de las figuras de apego se haga con la mayor naturalidad, es importante que los padres moderen así sus conductas:
Aunque nos aborde ese día la tristeza, los nervios o la culpabilidad en el momento de dejarlos, hay que mantener la calma y saber transmitir al hijo confianza, mostrar una gran sonrisa y explicarle, a la hora de marcharse, que te vas a ir, dónde vas a ir y que vas a volver pronto y que, mientras, él o ella lo va a pasar muy bien con sus nuevos amigos, juguetes y su nueva o nuevo profe. Nunca hay que irse a escondidas o sin despedirse porque puede causarle inseguridad o miedo al niño.
También hay que evitar el chantaje emocional o la mentira. Por eso, frases como "no llores que papá se pone triste", "deja de llorar que mamá se va a enfadar contigo" o "si lloras, los niños se van a reír de ti", deben desaparecer de nuestro lenguaje.
Y si, una vez que se abandona el aula, se oye el llanto del hijo o hija, hay que recordar que se quedan con grandes profesionales que cuentan con múltiples herramientas emocionales para tranquilizarles.