Ánjel María Fernández se animó a escribir un diario porque entendió que cuanto más desgraciado fuera en su trabajo, mejor sería el libro. Un libro en el que cuenta sus vivencias en el aula del instituto navarro en el que daba clase. En cada página del libro se descubren faltas de respeto constantes que el autor considera, que tienen origen en lo que los padres enseñan a sus hijos sobre la autoridad: “No puede ser que nos vean como enemigos y al instituto como una cárcel”.
España lidera las tasas de abandono escolar de la Unión Europea. Está claro que hay un problema con los jóvenes y una crisis de valores que también va unido al paro juvenil. A la burocracia, a las administraciones y al sistema, se une también la edad tan temprana de entrar al instituto, con solo 11 años y las materias que cada vez son más vagas y “no significan nada”, dice el autor. Las pantallas tampoco ayudan a motivar al alumnado.
Desde su punto de vista, hay una sobreprotección desmesurada y anima a que “los chicos se expongan más a la vida dura y se enfrenten al instituto, para que los padres intervengan menos”.
Ánjel también saca lo positivo de una experiencia muy vocacional. Asegura que volverá a enseñar pero “solo a gente que quiera aprender” y que este diario lo ha escrito para mostrar las entrañas del instituto y el lado más humano de los profesores, porque 4 de cada 10 docentes sufren lo mismo a diario en España. Quizás la solución pase por preguntarles a ellos."