El último informe de Addeco sobre absentismo laboral desvela algunos mitos que se mantienen y otros que caen. Entre estos últimos está la fama de los andaluces. El absentismo laboral se considera toda aquella ausencia o abandono del puesto de trabajo y de los deberes vinculados al mismo, un fenómeno social, económico y laboral que afecta de manera directa a nuestra sociedad y a nuestro sistema productivo.
Pues bien. En cuatro regiones, de media, hay una pérdida de más de 100 horas anuales por asalariado por motivo de absentismo: País Vasco, Navarra, Asturias y Castilla y León. En la situación opuesta, solo hay dos comunidades en las que la pérdida anual por trabajador es inferior a las 70 horas anuales: Baleares y Andalucía.
País Vasco (7,9%), Navarra (6,9%), Castilla y León, Asturias (6,3% en ambos casos) y Aragón (6,1%) son las cinco comunidades autónomas en las que más del 6% de las horas pactadas efectivas se pierden por razones de absentismo. Solo en dos regiones la proporción de horas pactadas efectivas que se pierden por absentismo es inferior al 4%: Baleares (2,6%) y Andalucía (3,9%). O sea que el primer mito se cae.
Las empresas están continuamente vigilando al empleado. También cae. Teniendo en cuenta que el 16% ni siquiera controla la veracidad de las bajas de sus empleados, no parece una obsesión, aunque España siga siendo muy presentista. ¿Dedicamos muchos tiempo a mirar internet, a fumar y a tomar cafés? Veamos. Las pausas que se toman los trabajadores para el café, para salir a fumar o para navegar por internet y contestar mensajes –emails o whatsapp–pueden llegar a costar entre 1.100 millones –si hablamos de pausas de 15 minutos– a 3.300 millones de euros anuales –que ya es una pausa de 45 minutos–”.
Entre las empresas se constata que el 37% de las pérdidas de tiempo en el trabajo se dan por culpa del mal uso de internet, le siguen los cafés (32%), salir a fumar (12%) y la impuntualidad (6%). Pero no son las empresas muy drásticas en estos casos, ni parece que lo vayan a ser ahora que el Gobierno exige por ley un control de horarios.
De hecho, aunque un 46,9% de las empresas consideran que a la hora de irse a fumar solo algunos empleados abusan, un 16% de las mismas cree que no lo hace nadie y solo un 6,2% se queja de que la mayoría sí lo hace. Lo mismo ocurre con el café. El 27,2% de las empresas está segura de que nadie pasa más tiempo del debido en el proceso mientras que el 49,4% es consciente de que algunos empleados alargan en exceso este tiempo.
Más mitos en relación al trabajo. Sí, existe el efecto lunes a la hora de llamar por teléfono al jefe y decirle eso de no puedo salir de la casa. Suponen un 3,8% de las bajas, mientras que el efecto puente también es una realidad en el 5,1% de los casos. Bien es cierto que están por debajo de las enfermedades comunes a la hora de faltar al trabajo, pero existen. Como también ese 0,6% que busca otro empleo mientras dice que no está en condiciones de trabajar o se pide el día.
La realidad es que cuando la crisis aprieta el absentismo baja, o lo que es lo mismo: nos agarramos a la silla. De hecho, las horas no trabajadas por absentismo parecen seguir un patrón estrechamente ligado al nivel de actividad económica, alcanzando en 2018 la cifra más alta desde 2009: 87 horas anuales por trabajador. Quince de las diecisiete comunidades autónomas incrementaron su tasa de absentismo entre 2000 y 2018. Castilla y León, Castilla-La Mancha y Andalucía muestran los incrementos más marcados, pese a que ya comentamos que el mito andaluz no es tal. Por el contrario, la Comunidad Valenciana y Extremadura son las que tienen los más moderados. Cantabria y Cataluña son las únicas dos autonomías que han podido desvincularse de la tendencia ascendente de la tasa de absentismo.
El absentismo ha supuesto durante el último año unos costes directos de 5.400 millones de euros, lo que supone el 0,4% del PIB. Haciendo una estimación prudente, el absentismo tiene un coste de 344 euros al año por empleado.
En España, la tasa de absentismo presenta una evolución muy diferenciada en los siguientes períodos: del año 2000 al 2007, aumenta desde el 3,7% hasta el 4,95%. De 2008 a 2011, se estabiliza en torno al 4,7%. De 2012 a 2013, tiene lugar un marcado descenso hasta el 4,1%. De 2014 hasta 2017, la tasa de absentismo repunta hasta el 5%, es decir, crece un 21% desde 2014.
En 2018, la tasa de absentismo sube ligeramente hasta el 5,3% (+0,3 respecto al año pasado) lo que la sitúa en un nuevo máximo histórico superando por una décima el pico anterior, alcanzado en 2009. Un síntoma de que lo peor de la crisis ha pasado y la gente tiene menos miedo a perder el empleo.
Las actividades vinculadas al cuidado de la Salud, Administraciones Públicas y Defensa e Industrias extractivas son donde se pierden más de 100 horas anuales por absentismo. En el otro extremo, en donde el número de horas no trabajadas por absentismo es más reducido (la pérdida se limita a menos de 65 horas anuales) está integrado por la Hostelería, Actividades inmobiliarias, Educación y Actividades profesionales, científicas y técnicas.