El súper del futuro no va a ser ya lo que era. Y no solo porque en breve gran parte de los que nos atiendan sean robots. Ya hay locales en el mundo en el que no hay ninguna persona atendiendo al cliente, incluso en hoteles. Pero el supermercado inclusivo (palabra de moda) quiere ir a más. Más aún, en el Smart City de Barcelona se presentar cámaras de seguridad para prevenir robos, que detectan articulacions y escanean las caras de las personas en busca de un delincuente. En Rusia hay un edificio con 190.000 cámaras de este tipo. Y no, robar no es fácil allí.
Olvídese de empujar el carro de la compra, mejor que él le siga. La tecnología lo hace posible, gracias a unos sensores que siguen los pasos de la persona conectada. No salimos del supermercado. Gracias a la tecnología se convierte en inclusivo para personas con poca movilidad o invidentes.
No solo eso. A través del móvil podrán conocer toda la información que necesita sobre un producto. Simplemente apuntando con el móvil, que les trasladará la información por voz. Los sensores se hacen los dueños de la ciudad del futuro. Nada escapa a su control. Miles de cámaras siguiendo nuestros movimientos.
La otra cara es la capacidad de que las cámaras del recinto sean capaces de hacer un reconocimiento facial instantáneo. De detectar al momento entre la multitud a gente armada. Y no se concibe una ciudad inteligente sin transporte autónomo. De hecho la tecnología nos dirá dónde hay atascos, cuánto durarán, rutas alternativas. A la hora de tomar algo en un restaurante también una app nos dirá la lista de espera, la hora en la que será posible comer para que no perdamos el tiempo, o dónde podemos comer más barato ese menú que nos apetece más que nunca. Podemos también acudir al médico en plena calle gracias al Medibus que ya se aplica en Alemania. El futuro nos arrolla sin remedio.