La salud financiera es un concepto que debería convertirse en un básico para cualquier economía familiar y, sin embargo, sigue siendo un desconocido para miles de españoles. Aunque tradicionalmente lo relacionamos con empresas, se trata de una idea perfectamente extrapolable a la economía personal y familiar.
Conocer de qué forma gastamos y fijar limites y partidas determinadas nos ayudará a descansar tranquilos, a poder hacer frente a imprevistos sin sufrir y a obtener financiación cuando sea necesario de forma segura y sin abonar grandes intereses. ¿Qué es la salud financiera y cómo se calcula?
La salud financiera es un concepto objetivo que sirve para controlar tus finanzas y hacerles frente de forma responsable. Te ayuda a conocer tu capacidad de pago, a medir y controlar tu capacidad de endeudamiento y, en definitiva, a analizar tus cuentas de forma fiel y práctica para que puedas hacer frente a cualquier imprevisto sin problemas. Te ayudará también a alcanzar tus propósitos en cuanto a tu economía familiar o personal: ahorro, inversiones...
Este concepto se relaciona con la idea de obtener financiación y es utilizado constantemente por las entidades bancarias para medir hasta qué punto eres un buen candidato para obtener un préstamo o un crédito, en qué cuantía y con qué intereses.
Las entidades no darán un préstamo a alguien que no presente solvencia para devolverlo, ni a un candidato que no gaste su dinero de forma responsable. Además, cuanto mayor sea el riesgo asumido, mayores serán los intereses aplicables a tu operación. Por eso resulta tan poco recomendable acudir a productos de crédito rápido, donde el análisis de la salud financiera es muy limitado.
De hecho, las entidades están obligadas a asegurarse de que sus clientes de crédito o préstamos personales cumplan con ciertos requisitos financieros, realizando ciertas comprobaciones antes de prestar dinero, aunque en la práctica los criterios y filtros son flexibles y pueden variar de una entidad a otra. En concreto, desde 2011 se encuentra en vigor una orden de transparencia y protección del cliente de servicios bancarios en la que se establece que, antes de firmar un contrato de crédito, la entidad "debe evaluar la capacidad del clientes para cumplir con las obligaciones derivadas del mismo".
En este contexto, se estudiarán los ingresos del solicitante, así como su historial crediticio, su situación laboral o profesional, la posible existencia de deudas o aparición en ficheros de morosos, su patrimonio existente... El objetivo es asegurarse de que el cliente sea un candidato verdaderamente apto par obtener financiación.
En este contexto, el concepto de salud financiera se relaciona con distintos factores:
Así, y aunque este concepto proceda de la propia banca, piensa que si las entidades lo utilizan como vara de medir es porque estadísticamente funciona: intentar mantener tus cuentas dentro de estos márgenes te ayudará a que tus finanzas se encuentren ordenadas y a que no tengas problemas en el futuro cuando necesites acudir puntualmente a algún producto bancario.