Cuando nos planteamos firmar una hipoteca, el margen de negociación con el banco suele parecernos mínimo o incluso nulo. No es casualidad: las entidades financieras suelen trabajar con condiciones y contratos estándar y solo en ocasiones muy concretas parece darse la posibilidad de sentarse a renegociar una hipoteca con el banco.
Sin embargo, no hay que perder de vista que la entidad está sacando un beneficio del producto financiero que nos está ofreciendo (de otro modo, no lo ofertaría) y que eso nos otorga cierta fuerza negociadora, siempre que tengamos elementos de peso que justifiquen la mejora que pedimos, y que sepamos utilizarlos en nuestro favor.
En definitiva, es importante no pensar que el banco ‘nos está haciendo un favor’ al concedernos una hipoteca, e intentar renegociar para mejorar las condiciones que nos ofrecen si así lo creemos conveniente. También tenemos que estar pendientes de las comisiones que nos cobran desde la cuenta en la que estamos pagando la hipoteca.
Una primera herramienta es realizar un estudio comparativo de todas las hipotecas que existan en el mercado al que podemos acceder. Así podremos estudiar sus diferencias, no solo en cuanto al tipo de interés que se nos ofrezca, sino valorando otros muchos elementos que pueden incidir en el precio final del contrato, y contaremos con datos concretos en que basar nuestra negociación.
Lo cierto es que es imposible valorar todos los factores y obtener una respuesta objetiva a la pregunta de qué hipoteca me conviene más, porque manejamos información necesariamente limitada. En la ecuación siempre está presente el hecho de que es imposible saber cómo evolucionará el mercado durante la vida de la hipoteca y, por tanto, si vamos a acertar o no a la hora de elegir determinada modalidad.
Muchas veces puede ser de utilidad acudir a un asesor financiero externo o a un buen abogado que nos sirva de apoyo en la obtención de información y en la fase de negociación, pero es importante que tú mismo obtengas cierta cultura financiera porque, al fin y al cabo, es tuya la decisión final.
Asimismo, durante la firma de tu hipoteca te asistirá un notario al que puedes formular (aunque a veces no sea lo habitual) todas las dudas que tengas con respecto a tu contrato. De hecho, hasta la última reforma de la ley hipotecaria, tan sólo era obligatoria la presencia del notario en el momento de la firma (sí era opcional acudir hasta tres días antes de la fecha de la firma para consultad dudas). Desde el pasado 16 de julio de 2019, estarás obligado a acudir al notario (de tu elección) con una antelación mínima de 10 días naturales con respecto al día fijado para la firma de tu hipoteca.
Esta visita es obligatoria y también gratuita, así que es importante que la aproveches bien para obtener consejo en un ambiente menos coercitivo. Al fin y al cabo, en el momento de la firma también está presente la entidad bancaria, y puede existir cierta ‘presión’ por avanzar rápido, a pesar de la magnitud del contrato, tanto por su volumen como por la importancia de lo que se suscribe.
En esta segunda y última cita, también desde el pasado mes de julio de 2019, es el banco el que asume los gastos, lo que te libera de una carga que antes asumía el prestatario, pero que puede provocar que la entidad ‘barra hacia casa’ si tú no actúas para equilibrar fuerzas. De todos modos, llegado este momento ya deberías tener una idea clara de lo que vas a firmar: evita dejar dudas para el último momento.
Además, preparar el terreno puede ser igual de importante: cuanto más diligente seas a la hora de cumplir con los plazos que establezcas con la entidad y cuanto mejor preparada y completa esté la documentación que presentes a la entidad, mejor será tu imagen exterior como prestatario, algo clave para defender la seriedad de tu perfil como cliente y mejorar tus posibilidades de renegociar tu hipoteca, también si quieres renegociar la hipoteca con otro banco.
Una herramienta más es solicitar tu hipoteca en distintas entidades, y hacerlo con agilidad y diligencia para obtener una respuesta lo antes posible. En definitiva, cuanto más serio seas a la hora de solicitar tu hipoteca y cuanto mejor sea tu estudio comparativo y tu margen de elección, mucho mejor. Contar con diferentes opciones aprobadas te dará bazas para mejorar las condiciones y quedarte con la entidad que más te interese.
Claro está que no todo el mundo tiene esta posibilidad: las rentas más altas son sin duda las que más posibilidades tienen de presionar para obtener mejores condiciones en cuanto al precio de la hipoteca, así como quienes muestren una mayor capacidad de ahorro y, en definitiva, un mejor perfil de riesgo.
Con los servicios y productos vinculados (seguros, etc). suele haber más margen de actuación, y es importante saber cuáles de ellos son obligatorios y cuáles no.
Por último, un buen consejo es perderle el miedo a plantear dudas y a negociar. El entorno que envuelve a la firma de una hipoteca puede imponer a quien no esté familiarizado con él, y las situaciones y espacios están orquestados para fomentar esa relación desigual entre cliente y banco.
Si alguna vez te has sentado a leer un contrato de préstamo hipotecario seguro que te has topado con infinidad de dudas, y es natural que así sea. Muchas veces tampoco las personas que venden estos productos son capaces de comprender a la perfección todo su clausulado y condiciones, muy complejas y basadas en fórmulas matemáticas inaccesibles para el entendimiento de la mayoría. De hecho, existen sentencias que han dado la razón a personas con formación legal e incluso a empresas y empresarios frente al banco cuando éstos han alegado no haber comprendido las condiciones firmadas para solicitar la nulidad de una cláusula que les perjudica.
Por tanto, no des por sentada la verticalidad de la relación con tu banco, no te avergüences de tus dudas y cumple con tu parte durante la negociación: no solo es un derecho, sino también un deber estar plenamente informado sobre lo que se firma, y la única forma de cambiar el rol de cada parte en el proceso de renegociación de la hipoteca es propiciarlo siendo parte activa en su desarrollo.