Invertir es un concepto que suele asociarse con rentabilidad, beneficio, ganancias... pero no con proyectos responsables o comprometidos con una mejora social o medioambiental. Sin embargo, la importancia de este tipo de proyectos ha contagiado también el mundo de las finanzas y desde hace pocos años existen las denominadas Inversiones Socialmente Responsables o inversiones ESG. ¿Qué son y cuáles son los criterios de inversión ESG?
El concepto de Inversión Socialmente Responsable (SRI, por sus siglas en inglés, Socially Responsible Investing; o ISR, en español) se refiere a aquellas inversiones que no solo consideran la rentabilidad, sino también su impacto social o medioambiental. también se denominan así las inversiones que siguen los criterios ESG (Environmental, social and governance, o 'factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo’). Normalmente cuando hablamos de este tipo de inversión nos referimos a fondos de inversión responsables. Un buen ejemplo es el caso de las energías alternativas, uno de los sectores donde invierten este tipo de fondos.
La aparición de los fondos de inversión responsables es relativamente reciente: alrededor del año 2000, aunque existen precedentes que se remontan a los años 60 del siglo pasado, en relación con la Guerra de Vietnam. Un hecho relevante fue la presentación por parte de la ONU de sus Principios para la Inversión Responsable (UNPRI) en 2006, a iniciativa de una red internacional de inversores que redactó seis principios ideados para ayudar a los participantes en el mercado a integrar la sostenibilidad en sus decisiones.
Ya en 2014, este tipo de inversión representaba en Europa el 2 por ciento de los fondos financieros, moviendo alrededor de 100.000 millones de euros frente a los 15.000 millones del año 2000. En cuanto a los países donde más se utilizan este tipo de fondos, Francia se encontraría a la cabeza, seguido de Reino Unido, Suiza, Bélgica y Alemania. A nivel mundial se calcula que pueden mover unos 300 000 millones de euros.
Estas cifras demuestran que las preocupaciones sociales pueden traducirse en cambios que afecten a todos los sectores, y el de las inversiones es uno de ellos. Los mensajes relacionados con la protección del medio ambiente y la necesidad de impulsar proyectos más humanos y sostenibles traspasa así sus límites tradicionales para integrarse en un área de negocio que, en principio, no se ha mostrado demasiado interesada en este tipo de inversiones en el pasado.
Otra visión, más negativa, sería la de quienes ven en este tipo de fondos una oportunidad para vender un producto con una imagen renovada, alineada con los principales problemas que preocupan a la opinión pública. Las nuevas generaciones, incluida la Millennial, muestran una mayor predisposición a consumir productos socialmente responsables, y ello incluye a los productos financieros.
En cuanto a los criterios de inversión ESG en el caso de Europa se ha optado por la exclusión de ciertas actividades consideradas nocivas (por ejemplo, las relacionadas con el alcohol, el ocio para adultos, las armas o los combustibles fósiles). Pero no basta con excluir, sino que se ha hecho necesario premiar y dotar de mejor puntuación a ciertos tipos de inversión, creándose índices para medir el grado de cumplimiento de los criterios ESG. Son tres los puntos clave en este tipo de inversión:
A día de hoy el peso de este tipo de empresas en los fondos de inversión sigue siendo pequeño, combinándose este tipo de inversiones con otras que ofrecen mayor rentabilidad. Con todo, desde entidades como Bankinter señalan que la aparición de este tipo de fondos no responde a una moda puntual: “Se trata de un cambio estructural que se mantendrá en el tiempo. De hecho, el crecimiento es exponencial. En origen, este tipo de inversiones tenía una gran aceptación entre el público más joven pero progresivamente se está introduciendo en la sociedad y ya no responde solo a la demanda de un colectivo concreto".
Así, la sostenibilidad se habría convertido en un elemento de cambio en los mercados tal y como los conocemos. Más allá de ello, instituciones como la Unión Europea trabajan para proponer más inversiones sostenibles y, en general, la toma de decisiones cada vez tiene más en cuenta este tipo de criterios.