La crisis sanitaria del coronavirus ha afectado a la economía de los hogares españoles por encima de la media de los países de su entorno. Sus ingresos han caído notablemente y, aunque en 2020 se redujo el precio de algunos recibos básicos, la pandemia ha marcado ciertas pautas a la hora de abonar facturas y planificar los gastos.
Son las principales conclusiones de una nueva edición del Informe Europeo de Pagos de Consumidores, elaborado por Intrum, proveedor de servicios de gestión de crédito y activos, en el que se analiza el comportamiento de consumidores de 24 países europeos. En el último año, una cuarta parte de la población española (24%) se ha retrasado en el abono de sus facturas, proporción que supone un 4% más que en 2019.
A pesar de este incremento, España se sitúa por debajo de la media europea y sigue siendo uno de los 10 países del continente en el que los ciudadanos afrontan con mayor puntualidad el pago de sus recibos; en grandes economías como Francia, el 27% los encuestados reconoce no cumplir con sus obligaciones de pago en los plazos establecidos, mientras que el promedio europeo se sitúa en el 29%.
Este retraso en el pago de recibos viene motivado no solo por el hecho de que el 43% de los españoles haya visto mermados sus ingresos a raíz de la pandemia, sino también por la incertidumbre económica. Las previsiones para España no son nada halagüeñas. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) asegura que España sufrirá la segunda mayor recesión de los 46 estados que componen esta organización, solo superada por Argentina; y la Comisión Europea prevé que el PIB español caiga un 12,4% al cierre de 2020.
Este escenario macroeconómico se traslada a la microeconomía y hace que los españoles antepongan el pago de unos recibos u otros, según el informe de Intrum. A pesar de priorizar el pago de facturas esenciales durante el confinamiento, como Internet o los servicios básicos domésticos, uno de cada tres ciudadanos españoles asegura que, tras pagar sus facturas, dispone de menos del 10% de su sueldo; un número casi diez puntos porcentuales por encima del promedio europeo (25%).
Este escaso margen de maniobra para afrontar imprevistos no solo aumenta el porcentaje de españoles que se retrasan en sus facturas, sino que, de ellos, casi cuatro de cada diez (el 36%) lo toman como un hábito; mientras que el 64% restante alega que se trata de un hecho puntual.
Ante estos datos, no cabe duda de que la crisis de la Covid-19 ha tenido un impacto negativo en el bienestar financiero de los españoles. Especialmente para aquellos que tienen entre 38 y 44 años, pues seis de cada diez españoles de estas edades afirman que están más preocupados ahora por su bienestar financiero que en cualquier otro momento de su vida.
Una circunstancia que, según pone de manifiesto el Barómetro de Bienestar Financiero de Intrum, tiene un efecto negativo en la salud económica de los españoles. De hecho, la población de nuestro país se sitúa por debajo de la media europea en bienestar financiero al retroceder ocho puestos en la clasificación y situarse a la cola del continente (5,96 puntos), solo por encima de Grecia (5,91) e Italia (5,27).
Ante esta caída en el bienestar financiero, la población española comienza a tomar precauciones a la hora de endeudarse. El informe de Intrum sitúa a España entre los cinco países más cautelosos a la hora de contraer deudas, a pesar de los bajos tipos de interés.
Encabezando el ranking se encuentra Portugal, donde ocho de cada diez habitantes aseguran ser precavidos a la hora de asumir nuevas deudas (82%), seguidos de los húngaros (78%) y los polacos y rumanos (76%).
Al mismo nivel que España se encuentra Grecia, donde el 74% de los encuestados reconoce ser más cauteloso de lo normal a la hora de endeudarse.
En los próximos meses está previsto que finalicen los periodos de carencia y los españoles prefieren actuar con cautela en sus presupuestos. Según muestra el informe de Intrum, una vez que no se puedan posponer pagos como el de la hipoteca, casi uno de cada cinco españoles (18%) está convencido de que en los siguientes seis meses no podrá cubrir gastos esenciales como las facturas de servicios básicos; una proporción que se sitúa tres puntos por encima de la media europea.
Esta característica que ofrecen algunos préstamos y proveedores de hipotecas permitiendo a los consumidores posponer pagos ocasionales, acordados de antemano, se han convertido en un aliado de los consumidores. En concreto, el 8% de los españoles que sufrió una disminución de sus ingresos, solicitó un periodo de carencia.
Si se analiza el tipo de facturas que se han cubierto en 2020 con este periodo de carencia, se percibe la importancia de este tipo de ayudas, pues el pago de la vivienda, los recibos de luz, agua o electricidad y la tarjeta de crédito, descubiertos o préstamos personales han sido los pagos que los españoles han cubierto con periodo de carencia.