A estas alturas de la crisis provocada por el coronavirus ha quedado claro que nos enfrentamos a una amenaza no solo sanitaria, sino también económica. En España, por ejemplo, los trabajadores no esenciales volverán al trabajo este lunes. El parón económico ya amenaza 230 millones de puestos de trabajo. También que es conveniente adoptar medidas no solo a nivel nacional, sino comunitario y mundial. En este sentido, son muchas las voces que apuntan la necesidad de aunar esfuerzos y coordinar estrategias, a través, tal vez, de instrumentos como los coronabonos. Estos consisten, en realidad, en eurobonos aplicados a esta específica situación. ¿Qué es un eurobono y cuál es su utilidad en la actual situación?
La situación que atraviesan los distintos países dentro de la UE a raíz del Covid-19 ha llevado a los líderes de los distintos Estados miembros a defender distintos tipos de postura en torno a qué medidas económicas deben adoptarse. Algunos reclaman medidas de estímulo comunes, entre las que se encontraría la emisión de los coronabonos, un instrumento de deuda cuya implantación debe negociarse por parte de los jefes de Estado y de gobierno de la UE.
El concepto de eurobono se refiere a un tipo concreto de bonos que permiten mutualizar la deuda y los riesgos de todos los países bajo el paraguas de la UE. Sería un instrumento similar al de los bonos del Estado que emite cada país para vender deuda pública, pero, en este caso, funcionarían a nivel comunitario. Así, mediante los eurobonos, el Banco Central Europeo podría emitir deuda con mayor garantía que la que ofrece la deuda soberana de cada país, ya que la responsabilidad del pago estaría mancomunada.
A nivel más técnico, los eurobonos también pueden llamarse bonos de estabilidad europeos y son títulos teóricos de deuda pública que emite el conjunto de todos los países de la zona euro. Al igual que en el caso de otros bonos, este instrumento está diseñado para expresar una cierta cantidad de dinero invertido que el deudor deberá devolver, así como un ratio de interés y un tiempo de vencimiento tras el cual la deuda deberá devolverse. Los eurobonos, además, deben ir avalados por el conjunto de países que los compartan, y no por países individuales.
Este tipo de instrumento permite que el acceso a los mercados de capitales sea más fácil, al compartir el riesgo entre distintos países y, por tanto, diversificarlo. Por otro lado, permite competir en mayores condiciones de igualdad con respecto a otras emisiones de bonos en el mundo, como las de EEUU.
En definitiva, se trata de una vía para obtener más liquidez de la que podría conseguir cada país por separado, aunque se trata con ello de suavizar las diferencias entre Estados, lo que en teoría beneficia a los más débiles, pero perjudica a los países más estables económicamente. Las posturas sobre este punto no están claras: sus defensores aseguran que los eurobonos abaratarían la financiación de la deuda pública incluso a países como Alemania, con una prima de riesgo baja.
La decisión acerca de si emitir o no eurobonos o coronabonos en este momento debe partir del consenso del Consejo Europeo, que es el organismo encargado de dar salida a este tipo de medidas. La realidad es que, hasta ahora, no se han emitido nunca eurobonos en la UE, aunque la posibilidad de acudir a este instrumento ha estado sobre la mesa en otras ocasiones, como durante la crisis económica y financiera de 2008. En aquel momento, Alemania fue la gran opositora a esta medida.
Los eurobonos son el resultado de una propuesta desarrollada por los economistas Jakob von Weizsäcker y Jacques Delpla, quienes propusieron en 2010, en plena crisis económica, la conversión de los bonos nacionales tradicionales (a los que se les dio el nombre de 'bonos rojos') en eurobonos (o 'bonos azules’). El objetivo era entonces evitar una crisis de deuda en los países europeos de economías debilitadas, al mismo tiempo que se reforzaba la sostenibilidad fiscal.
Entre sus argumentos se encontraba la posibilidad de que esta medida ayudara a preparar el terreno para convertir al euro en una moneda de reserva que permitiera reducir costes de prestación a todos los países involucrados. Además, planteaban ciertos límites: los eurobonos debían avalar la deuda de los países hasta el 60 % del PIB nacional. Cualquier deuda nacional que superara esa cifra se consideraría exclusivamente nacional.
Alemania sigue siendo, a día de hoy, la principal opositora al concepto de eurobono. Para la canciller alemana, Angela Merkel, esta medida “comprometería excesivamente a Alemania con la deuda de los países en crisis que, además, tendrían menos presión para realizar sus ajustes fiscales”.