El calor propio del verano afecta sobre todo a determinados trabajos que están sometidos a temperaturas extremas. Son los trabajadores que trabajan con hornos o cámaras frigoríficas que han de aclimatarse antes de o después de sus jornadas laborales. Informan M. Fente, A. Laso y José Luis Lara.
La capacidad de adaptación del cuerpo humano en periodos de altas o bajas temperaturas es alta, si bien estos mecanismos fisiológicos tienen sus límites a partir de los cuales se pone en riesgo la salud de los trabajadores, sobre todo si convergen otros factores agravantes como son los trabajos en el exterior o las tareas pesadas.
Empleados de sectores como la construcción, la agricultura y la hostelería están expuestos a sufrir golpes calor si su actividad se desarrolla fuera de los establecimientos o en cocinas sin buen sistema de ventilación. Síntomas como fatiga, piel seca, dolor de cabeza, vértigo y rampas musculares pueden ser precursores de otros más importantes como la deshidratación y el golpe de calor.
Pero también los que trabajan en fábricas de hielo o procesos de congelación a bajas temperaturas sufren estos choques trémicos ahora que los termómetros no bajan de los 35 grados en muchos puntos del país.
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