Aunque muchas veces hablamos sobre impuestos, tasas, tributos... como si de tratara de la misma cosa, la realidad es que todos esto conceptos se diferencian entre sí y se definen, por tanto, de distinta forma. De hecho, cuando hablamos de tributo estamos refiriéndonos a una categoría superior que engloba tanto los impuestos como las tasas, así como las (menos conocidas) contribuciones especiales. ¿Cuál es la diferencia entre impuestos y tasas?
Para comprender las diferencias entre impuestos lo primero es tener claro el concepto de tributo, que sería cualquier aportación ciudadana al Estado con el fin de que lo recaudado se redistribuya para cubrir determinadas necesidades.
De forma más técnica, se trata de ingresos de derecho público que consisten en prestaciones pecuniarias obligatorias (es decir, en forma de dinero), impuestas unilateralmente por el Estado, exigidas por una administración pública como consecuencia de la realización del hecho imponible (es decir, el motivo o hecho que genera la obligación de pagar el tributo) al que la ley vincule en el deber de contribuir. Su fin principal sería obtener los ingresos necesarios para sufragar los gasto del estado.
Dentro del concepto de tributo distinguimos distintas categorías, y las principales son precisamente impuesto y tasas. Es más sencillo comprender las diferencias entre ambos conceptos comenzando por las tasas, que son tributos que se pagan para disfrutar de forma directa de un determinado bien o servicio público.
Así, en el caso de la tasa, se paga a cambio de un servicio o acto que beneficia a una persona concreta. Por ejemplo, pagamos tasas universitarias, o tasas para entrar a una piscina municipal o para practicar cierto deporte en dependencias públicas. También tasas aeroportuarias o tasas por renovar documentos como el DNI, tramitar ciertos papeleos burocráticos, la tasa que paga un restaurante para poder colocar una terraza en la vía pública...
Un caso de confusión frecuente es el de los peajes en transporte por carretera: el peaje, en este caso, no sería un ejemplo de tasa, ya que se trata de un ingreso privado (que se lleva la empresa constructora de esta infraestructura), y no de un ingreso público.
Al contrario, en el caso de los impuestos, no existe una relación directa entre ingreso y gasto, de forma que el destino del dinero recaudado no está vinculado directamente al hecho imponible. Por ejemplo, el IRPF (el principal impuesto por recaudación en España) va destinado a sufragar todo tipo de gastos públicos.
La propia Agencia Tributaria, a través de su portal educativo, da algunos ejemplos de gasto público:
Por último, es importante conocer la diferencia entre impuestos directos (como el IRPF (como el IVA). Los primeros se aplican sobre una manifestación directa e inmediata de la capacidad económica (como tener determinada renta o ingresos anuales) y los segundos se refieren a una manifestación indirecta (como un acto de consumo o la transmisión de un patrimonio).