Dentro del universo de productos bancarios y financieros destinados al ahorro, el depósito a plazo fijo es quizás el más sencillo de entender y el que menos riesgos comporta. Basado en la inmovilización de una determinada suma de dinero durante un tiempo determinado, los bancos ofrecen una rentabilidad por este dinero con carácter fijo o variable, previamente estipulada. De este modo, el ahorrador sabrá cuánto durará la inmovilización de su dinero y cuánto le rentará esta operación (aproximadamente, en caso de tipo variable), pudiendo evitar la depreciación del dinero que no necesite utilizar a corto o medio plazo. ¿Qué es un depósito a plazo fijo? ¿Para qué sirven los depósitos a plazo fijo?
Desde un punto de vista algo más técnico, un depósito a plazo fijo o certificado de depósito a plazo fijo (CDP) es una operación financiera por la cual una entidad financiera, a cambio del mantenimiento de ciertos recursos monetarios inmovilizados en un período determinado, reporta una rentabilidad financiera fija o variable, en forma de dinero o en especie.
Por tanto, en cuanto a para qué sirven los depósitos a plazo fijo, éstos constituyen instrumentos de ahorro que benefician a ambas partes de la relación contractual: para los bancos, los plazos fijos son una fuente de financiación; para los clientes, una oportunidad para conseguir rentabilidad sin correr riesgos.
El término plazo fijo proviene del hecho de que la duración de este contrato se estipula antes de firmar: seis meses, un año... Cuando llega la fecha de vencimiento, el cliente puede retirar todo el dinero o parte de él. Además, si las condiciones pactadas lo permiten, el cliente podría renovar la imposición por un período suplementario. Cuando se opere de este modo, si no se toma una decisión el mismo día del vencimiento, no se pierden los intereses generados hasta el momento, pero sí se pierden días durante los cuales se podrían estar generando nuevos intereses.
Además, algunos contratos de depósito a plazo permiten la cancelación anticipada mediante una penalización. Este es un aspecto clave que debe revisarse en caso de que quepa la posibilidad de necesitar ese dinero. Otro de ellos es la rentabilidad, que nos indica cuál será el beneficio obtenido (normalmente un depósito con un tipo fijo será menos rentable que uno a tipo variable, pero éste supone un mayor riesgo). También debemos valorar el plazo del depósito, y la vinculación (a veces existen productos asociados al depósito que el banco nos hace contratar para obtener la rentabilidad prometida, y éstos pueden no interesarnos). Otro factor que tener en cuenta es que, muchos depósitos son de renovación automática, por lo que deberemos estar atentos cuando se acerque la fecha de finalización de un periodo y valorar si queremos seguir o no.
Por último, cabe recordar que en España existe el Fondo de Garantía de Depósitos, organismo que protege los depósitos a plazo fijo y las cuentas a la vista. En caso de que la entidad quebrase, este organismo garantiza la devolución de hasta 100.000 euros por titular y cuenta. Por tanto, es importante buscar un depósito que esté adscrito al FGD de su país de origen.