El precio del aceite de oliva variará en 2025: los cambios que se esperan tras un año de récord

¡Por fin! El precio del aceite de oliva, componente esencial de la dieta mediterránea y uno de los pilares de la agricultura española, nos dará un respiro en 2025. Un alimento que ha experimentado fluctuaciones significativas durante los últimos años alcanzando máximos históricos en 2023.

Afortunadamente para nuestros bolsillos, se anticipa una tendencia a la baja en 2025, influenciada por diferentes factores.

Un 2023 donde alcanzó precios nunca antes vistos

En 2023, el precio del aceite de oliva virgen extra en origen superó los 8 euros por litro, impulsado por una combinación de factores. Las condiciones climáticas adversas, especialmente la sequía prolongada y las olas de calor, tuvieron un impacto devastador en la producción, con cosechas reducidas en toda España.

Además, el incremento en los costes de producción, debido al encarecimiento de fertilizantes, energía y mano de obra, aumentó considerablemente el precio final. A esto se sumaron las tensiones geopolíticas, como la guerra en Ucrania, que alteraron las cadenas de suministro global y encarecieron los costos logísticos, haciendo que los precios se dispararan hasta niveles sin precedentes.

El precio del aceite de oliva empezó a descender en 2024

No ha sido hasta finales de 2024, donde la tendencia de los precios ha comenzado a cambiar, mostrando una ligera caída en los supermercados y en origen. Las marcas blancas de aceite de oliva virgen extra han reducido sus precios hasta un 25%, situándolos alrededor de los 6,75 euros por litro.

Este descenso es el resultado de una serie de factores positivos que han revertido la situación crítica anterior. La campaña 2024/2025 ha registrado una mejora del 50% en la producción respecto al año anterior, alcanzando aproximadamente 1,26 millones de toneladas, lo que supone un alivio considerable para el mercado.

Las condiciones climáticas, por su parte, han sido más favorables, con lluvias oportunas y temperaturas moderadas que han permitido un desarrollo óptimo de los olivares en regiones clave como Andalucía y Castilla-La Mancha.

Al mismo tiempo, la demanda se ha ajustado a la baja, ya que el encarecimiento del producto en 2023 provocó una reducción en el consumo tanto a nivel nacional como internacional. Este ajuste ha permitido equilibrar la oferta y la demanda, contribuyendo a la estabilización de los precios.

¿Qué pasará en 2025?

De cara a 2025, se espera que los precios del aceite de oliva continúen su tendencia a la baja, con previsiones que sitúan el coste medio en torno a los 4 euros por litro. O lo que es lo mismo: comprar una botella de aceite de oliva nos costará la mitad que hace dos años, siempre y cuando las condiciones climáticas y del mercado se mantengan estables.

Expertos del sector han advertido que esta caída en los precios dependerá en gran medida de la continuidad de cosechas favorables y de una recuperación completa en la producción mundial.

Según datos recientes, se prevé que la producción global alcance entre 3 y 3,2 millones de toneladas en 2025, con España aportando entre 1,3 y 1,5 millones, lo que supondría una recuperación significativa respecto a las 830.000 toneladas cosechadas en la campaña previa.

La normalización de las cadenas de suministro internacionales y la reducción de costes logísticos también, se espera, a que contribuyan a una mayor estabilidad del mercado.

Además, el Gobierno español ha implementado políticas agrícolas y ayudas al sector olivarero para fomentar la productividad y sostenibilidad. Estas políticas incluyen incentivos para la modernización de los sistemas de riego y prácticas más eficientes en el uso de recursos.

La caída de los precios del aceite de oliva beneficia, que duda cabe, directamente a los consumidores, que podrán volver a disfrutar de este producto esencial a un precio más asequible y a niveles “normales”.  

Sin embargo, esta bajada plantea desafíos importantes para los productores, especialmente para los pequeños y medianos olivicultores, que podrían enfrentarse a márgenes de beneficio insuficientes si el precio en origen desciende por debajo de los costes de producción.

La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) ha alertado sobre esta situación, calificándola como una "espiral suicida", donde la presión de los mercados podría obligar a los productores a vender a pérdidas, comprometiendo la viabilidad del sector olivarero a largo plazo.

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