No es tu dinero, es la inflación. Según un informe de Kantar Worldpanel, la cesta de la compra, formada por aceite, arroz, café, detergente y galletas, entre otros productos, se ha encarecido un 47% en los últimos cuatro años. Es decir, el ticket de una compra de 2019 que costara 100 euros, en 2023 ha costado 147. Para entenderlo del todo: 1 euro de 2019 valía 0,47 céntimos en 2023, casi la mitad.
¿Y ahora? Hasta agosto de este año (último dato disponible), la tasa de variación anual del IPC del mes se situó en el 2,3%, cinco décimas por debajo de la registrada en julio, mientras que la tasa anual de la inflación subyacente descendió una décima, hasta el 2,7%. Los valores descritos por el INE son ligeramente descendentes; sin embargo, no ocultan la realidad: nuestro dinero vale menos de la mitad respecto a hace unos años, algo aún más patente en la cesta de la compra, seguramente por que es de los pocos consumos a los que no podemos renunciar, aunque sí moldear a nuestra conveniencia.
Evitar que el presupuesto destinado a alimentación se dispare solo se consigue de una manera: entrando en modo ahorro. Y esto solo se puede hacer depurando la lista de productos, comparando precios, buscando ofertas y, sobre todo, priorizando las marcas blancas, una tendencia marcada por las propias cadenas de distribución.
También se ahorra controlando los precios de los distintos supermercados, algo que hace 50 años hacían muchas mujeres españolas, cuando la compra y la cocina recaían mayoritariamente en ellas al no estar incorporadas al mercado laboral, una situación radicalmente distinta a la de 2024. Aun con el auxilio de la compra on line, ¿quién puede gastar mucho tiempo comparando precios y calidades?
Ahorrar en la compra se ha convertido en un reto que nos obliga a cambiar nuestras finanzas personales y a saber sacar partido a los alimentos. Todo ello, sin renunciar a una dieta saludable.
Los trucos más conocidos pasan por los ya descritos de incluir más marcas blancas y aprovecharse de las ofertas disponibles, pero hay muchos más si atendemos a las siguientes recomendaciones de la Academia de Nutrición y Dietética de España.
La primera elección deberían ser los productos frescos de temporada. Son más económicos, se encuentran en su momento óptimo de consumo y potenciamos el mercado de proximidad, lo que garantiza que habrán sufrido menos procesos de manipulación y de conservación. Esto es importante porque cuanto menos manipulado esté un alimento, más y mejores nutrientes aportará.
Una buena conserva puede ser maravillosa desde el punto de vista nutricional. Las verduras en conserva son una excelente alternativa como fondo de despensa. Duran mucho tiempo, pero están mínimamente procesados (sólo los conservantes estrictamente necesarios).
Tener verduras, legumbres o pescado en conserva (por ejemplo, sardinas o caballa, además del omnipresente atún) facilita la elaboración de las comidas para esos días en los que no tenemos tiempo. Además, este tipo de alimentos no suele sufrir tanto las fluctuaciones del mercado.
Como explican los nutricionista, un buen congelado no deja de ser un producto fresco, aunque no haya sido cosechado, pescado o sacrificado hace un par de días. Hay congelados de excelente calidad y a buen precio. En el caso del pescado, estos métodos de conservación son muy útiles cuando no se dispone de mucho tiempo para ir a la compra.
También podemos optar por comprarlo fresco y congelarlo o hacerlo una vez cocinado. Si el proceso de congelación y descongelación es el adecuado, los nutrientes no sufren y el bolsillo no se resiente, especialmente si hemos comprado el producto aprovechando una oferta.
Cuando el objetivo es ahorrar no es conveniente ir al supermercado sin una idea de lo que necesitamos. Una compra sin una lista detrás puede hacer crecer el gasto en torno a un 30%. A todos nos ha pasado: ir a comprar un solo producto y salir con varias cosas que no necesitábamos y un ticket sobredimensionado.
Elaborar un menú semanal nos permite hacer una distribución equilibrada de nutrientes y tener claro qué es lo que necesitamos realmente. Para que el ahorro se produzca hay que estar abierto a los cambios y sustituir partes del menú por productos de temporada o aquellos que sean más económicos. Como truco extra, es recomendable ir a la compra sin hambre para no dar rienda suelta a los caprichos.
Comer es un placer, pero si nos hace daño al bolsillo, el placer se nos indigesta. Junto a las recomendaciones de la Academia de Nutrición y Dietética, hay otras estrategias que podemos aplicar en casa antes de pasar por el supermercado. Una de estas estrategias es la lista de la compra inversa.
La organizadora profesional Alicia Iglesias es la creadora de este método de ahorro. Como explica en su web (Orden y Limpieza en casa), se trata de anotar todos los alimentos que estén en casa. Cualquier comida, de cualquier tipo. En la despensa, alacena o armario de la cocina, habrá seguramente especias, azúcar, algún bote de algo, algún resto de alguna compra histórica... Es el momento de revisar la caducidad: lo que esté pasado, se tira. El resto se mantiene. En la nevera y el congelador también hay que hacer un inventario riguroso. Con esto, ya sabemos qué tenemos que comprar y qué no, y, sobre todo, qué se puede aprovechar en el menú semanal. El objetivo es no desperdiciar comida (si descubres algo que no te gusta, regálalo) y no incrementar el gasto de compra con productos duplicados. El segundo objetivo es tener la despensa justa, sin errores de cálculo.
Pía Nieto también es organizadora profesional. Para Nieto, cuando tenemos un objetivo de ahorro, el momento crucial pasa por aprovechar bien lo que tenemos en la nevera. "Incluye todo para consumirlo, compra solo lo que es realmente necesario y controla la cantidad de comida que haces porque gestionar las sobras es un plus de esfuerzo", explica en su web pensando, probablemente, en ese momento en el que nuestra pareja, nuestros hijos o nosotros mismos nos preguntamos si nos apetece comer esa sobra 'actualizada'.
Pero lo que para Nieto es más importante es reducir las referencias de lo que compramos. ¿A qué se refiere? a no tener en casa tres tipos de galletas o varios snacks. "No multipliques marcas en un mismo producto. Reduce. Compra la que más te guste, pero solo una. Verás como ahorras".
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