Irse de un establecimiento sin pagar es lo que coloquialmente denominamos hacer un 'simpa'. Pues bien, ese hecho tiene obviamente consecuencias legales, especialmente si somos cazados. Y en uno de los sitios donde es más fácil ser castigado por el delito es en una gasolinera o estación de servicio, puesto que las cámaras de seguridad que vigilan no dejan ángulos muertos y funcionan durante las 24 horas del día.
De este modo, la identificación tanto del vehículo, a través de la matrícula, como de la persona que ha llevado a cabo el 'simpa' es inevitable. Cabe destacar que los encargados de las estaciones de servicio están obligados a denunciar ante las autoridades a aquellos clientes que se dan a la fuga sin pagar si el empresario decide judicializar el tema.
Por lo general, ya que en este tipo de actos no se sobrepasa el límite de los 400 euros, está considerado como delito leve de estafa en el Código Penal. En el caso de que el asunto llegue a los juzgados, recibiremos, en nuestro domicilio o en la dirección de la persona a cuyo nombre esté registrado el vehículo, una notificación en la que se nos imputa un delito de estafa y una citación para comparecer ante el magistrado.
El juez terminará imponiendo una multa en función de nuestros ingresos. También tendremos que hacer frente a la responsabilidad civil de la cantidad estafada en la gasolinera.
Si no es por cuestión de despiste y se efectúa el 'simpa' en más de una ocasión, la situación a afrontar es bastante más grave. En el caso de que existan tres condenas en firme por delito leve de estafa, se procederá a aplicar delito grave.
Así, el infractor no solo será sancionado con una multa, que oscilará entre los 6 y 12 meses, y la responsabilidad civil, sino también con pena de prisión de uno a seis años según la gravedad y las circunstancias en las que se produzca el 'simpa'. Sin duda alguna, palabras mayores.