Cuando se trata de controlar nuestras finanzas, toda información es poca. Y en este ámbito, uno de los conceptos que debes conocer en profundidad es el de tipo de interés, en todas sus modalidades. No es lo mismo un interés fijo que un interés variable o que un interés mixto. Tampoco es lo mismo un tipo de interés compuesto que un tipo de interés simple. En el caso del tipo de interés complejo, se trata de una tipología que puede ayudarte a ganar más dinero si contratas un producto de inversión, pero que también puede funcionar como arma de doble filo cuando se relaciona con una deuda. Es, entre otras cosas, el responsable del endeudamiento de miles de usuarios de tarjetas revolving. ¿Qué es un tipo de interés compuesto y cómo se aplica a tus finanzas personales?
Tal y como recuerda BBVA, el tipo o tasa de interés es un porcentaje que se aplica como concepto de pago por el dinero durante un tiempo determinado. Es lo que se conoce como "el precio del dinero". Dentro de los distintas clases de tipos de interés nos encontramos con el tipo de interés compuesto, que sería aquel que se va sumando al capital inicial y sobre el que se van generando nuevos intereses. "El dinero, en este caso, tiene un efecto multiplicador porque los intereses producen nuevos intereses”, algo que, en función del producto del que estemos hablando, puede beneficiar al cliente o al banco.
En contraposición a este concepto nos encontramos con la idea de tipo de interés simple, que es aquel que no se suma al capital inicial una vez que ha vencido el plazo de la inversión o crédito. El interés simple no es capitalizable, mientras que el interés compuesto ayuda a incrementar el capital inicial.
Precisamente el concepto de interés compuesto es uno de los más importantes a la hora de determinar la cultura financiera de una persona, junto con el de inflación o el de riego y su diversificación. "Desconocerlas es la primera piedra para tomar decisiones equivocadas, para no comprender el asesoramiento que puedan prestarle profesionales, ni el consejo de personas en las que se confía. Cada noción importante que se desconoce acarrea consecuencias negativas concretas”, recuerda BBVA.
Así, en el caso del interés compuesto, el capital inicial va creciendo en cada periodo porque se van sumando los intereses, o lo que es lo mismo, la tasa de interés se aplica sobre un capital que va cambiando y los intereses aumentan en cada periodo. Calcularlo puede resultar más fácil de comprender a través de un ejemplo:
Si tenemos 100 euros en una cuenta bancaria y a esa suma se le aplica un interés del 10 por ciento anual al cabo de un año se ingresarán en esa cuenta 10 euros en intereses. Al año siguiente, los intereses generados aumentarán, ya que se aplicarán a una suma de 110 euros. Por tanto, los intereses generados serán esta vez de 11 euros.
Esta es la fórmula para calcular el interés compuesto a lo largo del tiempo:
En esta fórmula, ‘^t' significa elevado por el periodo de tiempo. ‘ O' es el capital inicial, ‘ i' es la tasa de interés anual y ’t' es el tiempo que dura la inversión.
En el ejemplo anterior, el primer año el resultado de 110 euros se obtendría de esta forma:
Capital final= 100 X (1 + 0,10/1) ^ 1 = 110
En el segundo año, la fórmula se aplicaría así:
110 x (1+ 0,10/1) ^ 1 = 121
Manejar esta formula es importante para poder calcular qué previsión de ingresos puede generar un producto financiero determinado, pero también para calcular qué intereses se nos puede estar cobrando y, en definitiva, cuánto nos cuesta el dinero prestado por una entidad. “Aplicando esta fórmula, se puede prever con qué capital se va a contar al final de cada periodo, lo que resulta estimulante cuando se está ahorrando y es una ayuda para planificar las finanzas de cara al siguiente año”, asegura la entidad. Este tipo de interés, sumado a un periodo amplio, puede maximizar nuestros rendimientos en una inversión, pero hay que tener cuidado, porque también puede incrementar las comisiones de una deuda.
Por ejemplo, el interés compuesto es el responsable del endeudamiento de miles de personas a través de las llamadas tarjetas revolving. Con estas tarjetas podemos financiar nuestras compras a través de un crédito preconcebido (de hecho, es muy habitual que estén relacionadas con centros comerciales o grandes superficies). Esta cantidad se devuelve en cuotas, y hay distintos sistemas de devolución: una cuota fija al mes, un porcentaje sobre el saldo dispuesto o sobre el total del crédito... También se puede cargar la totalidad del saldo usado a final de mes, como con cualquier otra tarjeta de crédito.
El problema está en el aplazamiento del pago: es imprescindible calcular cuánto nos va a costar una operación cuando optemos por esta vía y, ante la duda, evitarla. También es importante que este cálculo se lleve a cabo antes de cerrar una compra y la forma de devolución del capital prestado, con el fin de tener una visión real de cuánto nos va a costar disponer de ese dinero. Normalmente, cuanto más bajas y flexibles sean las cuotas, más intereses estaremos pagando a la larga. Además, en caso de impago, los intereses por la reclamación y demora que se suman al total de la deuda también suelen ser muy altos.
Desde el propio Banco de España se advierte sobre las características de las tarjetas revolving, y se ofrece un simulador de intereses para calcular con facilidad cuánto nos costará el dinero prestado. Además, muchas tarjetas revolving han sido anuladas de forma masiva por los tribunales españoles (incluyendo el Tribunal Supremo en los últimos años por usura, así como por falta de información y transparencia en su comercialización.