El capitalismo social pierde al ‘apóstol’ Faber
El grupo Danone prescinde de Emmanuel Faber, su presidente desde 2017
El directivo es una de las voces más activas en la reinvención del modelo capitalista desde el mundo empresarial
“Un directivo de una multinacional no podía cambiar el mundo, pero su salida prueba los límites de quien lo intenta”. Es uno de los muchos comentarios que se han podido leer esta semana en las redes sociales tras la destitución del presidente de Danone, Emmanuel Faber (Francia, 1964).
En una maniobra que tiene toda la pinta de merecer un buen guión de cine, un grupo de fondos accionistas con peso en el consejo de administración consiguió los votos suficientes para echar a Faber. El directivo llevaba desde 2017 liderando los cambios para convertir a Danone en una empresa que sirviera a la sociedad y no solo a sus accionistas. Era uno de los apóstoles
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El ya expresidente se despedía de sus compañeros dándoles las gracias y pidiéndoles que “fueran fieles a sí mismos” y “vivieran su misión única cada día”.
Lo de la misión es clave. Es una palabra que se utiliza mucho en este movimiento de reimaginar el capitalismo. Fue Faber el que convenció al 99% de los accionistas el pasado verano para que Danone se convirtiera en la primera empresa francesa con “una misión”. Un cambio legal que modifica los estatutos de la compañía e implica que hay que generar dinero, pero no de cualquier manera: solo si beneficia a los clientes y al planeta. En palabras del propio Faber:
“Tomamos una decisión inequívoca para proteger todo nuestro ecosistema empresarial en un momento en el que entramos en un entorno operativo radicalmente nuevo”.
El directivo sostenía que la crisis provocada por la pandemia se iba a transformar en una crisis social. Lo tenía muy claro. “Tenemos que conectar las empresas con una misión que trascienda el simple beneficio económico”, declaraba en octubre durante su intervención el congreso de AECOC en Valencia. “Es muy importante que transformemos la manera en la que hacemos negocios. Hay que hacerlo de la manera más inclusiva posible porque las democracias están en peligro”.
Cuando todo se torció para Faber
La gran pregunta es: ¿esta idea de gran misión es compatible con buenos resultados empresariales? La marcha de Faber deja la cuestión un poco en la aire. Es verdad que las acciones de Danone habían caído mucho más que las de otros grupos alimentarios en los últimos meses. En octubre acumulaban un descenso del 40% respeto a máximos del año. Aunque cerró el 2020 con beneficios, los resultados no fueron buenos: la facturación cayó un 6%.
La visión social de Faber no es incompatible con la gestión de una multinacional. Lo demostró Paul Polman al frente de Unilever durante diez años. Este directivo de origen danés se quejaba de la tiranía del corto plazo. “No se pueden resolver problemas como la pobreza o el cambio climático o la seguridad alimentaria con el enfoque miope de los informes trimestrales”, declaraba Polman en una entrevista meses después de dejar la empresa. Hay más nombres propios en este cambio de paradigma: Patagonia, Bonduelle, Procter & Gamble, Gerdau, Givaudan...
Se acabó la misión miope
En verano de 2019 el movimiento sumó una legión (o por lo menos potenciales seguidores). 181 presidentes de grandes compañías firmaron una carta en la que redefinían el objetivo de los negocios: ya no sólo era cuestión de tener contentos a los accionistas.
Hasta ese momento, la versión imperante del capitalismo se resumía en la célebre frase del economista estadounidense Milton Friedman. “El negocio de la empresa es hacer negocios”. (De hecho, cuando Faber consiguió que Danone se declarara una compañía con una misión se vanaglorió de haber acabado con la estatua de Friedman).
Pero claro, una historia es declarar en una carta con tus colegas CEOs que te importa cómo tratas a tus empleados, clientes y el planeta, y otra cosa es realmente hacerlo. Se supone que los grandes fondos de inversión que invierten en estas multinacionales cada vez exigen/valoran más que se sigan políticas de responsabilidad social-medioambiental.
Faber al frente de Danone se había propuesto utilizar solo plásticos reciclados para sus envases, por ejemplo. Un proceso carísimo, reconocían sus directivos. También quería priorizar “lo local” para reducir el impacto medioambiental. ¿Era solo cuestión de tiempo que estas estrategias con enfoque a largo plazo empezaran a ser rentables? ¿O Faber era un visionario pero un pésimo gestor?
La otra gran pregunta
El próximo 29 de junio estaba programado que Faber participara como presidente de Danone en una jornada sobre “Cómo construir la nueva economía que queremos” organizada por la Unión Europea.
El directivo francés era claramente una referencia en el nuevo guión que quiere desbancar al “gran éxito del espectáculo neoliberal”, tal y como lo define la economista Kate Raworth. Una especie de obra de teatro que ha durado como “el mejor de los musicales de Broadway” y que tenía como protagonistas: “al mercado eficiente, las finanzas infalibles, la empresa todopoderosa, el Estado incompetente...”, tal y como los presenta Raworth en su libro ‘Economía Rosquilla’ (Editorial Paidós).
No está claro si Faber tendrá un visible sustituto en la función, si su salida dejará el movimiento del capitalismo social muy tocado o si condicionará el ascenso de otros con un papel parecido.
Muchos han querido buscar consuelo estos días en el inspirador discurso del exDanone durante la ceremonia de graduación de unos universitarios en 2016. “Sin justicia social no hay economía. Permaneced libres. No seáis prisioneros del dinero”, les decía a los estudiantes. “Hay gente que tiene poder y no lo ejerce para no perderlo”.
Él lo ha ejercido durante años. Ahora, de momento, está sin trabajo.