Las ‘cuatro fantásticas’ de la economía (y que el Papa recomienda seguir)
Las reflexiones del Papa durante el confinamiento incluyen la mención a las economistas Mariana Mazzucato y Kate Raworth
Este grupo de cuatro economistas son también amigas y bastante activas en redes sociales
“Esta tía es una crack”. El comentario lo hace un alto funcionario del Gobierno tras escuchar a la economista Mariana Mazzucato hace unas semanas en una conferencia organizada por la Comisión Europea. Es posible que esta italiana nunca haya tenido tanta demanda de charlas y conexiones. Este jueves pasado participaba en un acto organizado por el ayuntamiento de Barcelona. Pero es que también esta semana el mismo Papa Francisco reconocía haber quedado cautivado por las ideas que Mazzucato desarrolla en ‘El valor de todas las cosas’ (Taurus). “Me ha hecho reflexionar mucho”, explica el pontífice en el libro ‘Let us dream’ (Soñémos, en castellano) que acaba de publicar.
El Papa mencionaba también a otra economista: Kate Raworth, una defensora de la ‘economía donut’, una especie de brújula diferente para que economía abandone su obsesión por el crecimiento infinito. Las dos economistas, que además son amigas, celebraban con esta foto la mención.
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Las recomendaciones papales coinciden con titulares sobre otras economistas. Janet Yellen ha sido confirmada como la primera secretaria del Tesoro en Estados Unidos (lo que viene a ser la ministra de economía en España). En su equipo de cinco colaboradores directos hay otras tres mujeres. Yellen ya rompió otro techo de cristal cuando fue nombrada presidenta del banco central estadounidense en 2014.
En un mundo tradicionalmente dominado por hombres, cada vez hay más mujeres en puestos de poder: la presidenta del FMI, la búlgara Kristalina Georgieva y la del Banco Central Europeo, la francesa Christine Lagarde, son otros dos ejemplos.
Pero en el mundo de las ideas, terreno también muy masculino (sirva como referencia que sólo dos mujeres han ganando el Nobel de Economía) ahora mismo hay cuatro expertas destacadas. Ellas llevan tiempo tratando de romper moldes, cuestionando paradigmas y planteando nuevas versiones para economía del siglo XXI. Este es un breve resumen de qué es lo que defiende cada una de ellas.
Mariana Mazzucato
La italiana es, además de economista, una comunicadora excepcional. Una cualidad rara en este mundo de números y quizá parte de la razón de su éxito. Mazzucato no es que haya hecho grandes descubrimientos teóricos, pero ha conseguido unir ideas y plantearlas de una manera muy atractiva. Por ejemplo: está obsesionada con lo que ella llama ‘las misiones’. Una especie de fuerza de gravedad que aglutine los esfuerzos colectivos para solucionar problemas complejos de la sociedad: la mejora de habitabilidad de una gran ciudad o la lucha contra el cambio climático. Mazzucato suele poner el ejemplo de la Luna. Cómo esa idea de llegar a pisar el suelo del satélite por primera vez hizo que toda la comunidad científica trabajara en esa dirección.
La otra pata revolucionaria de Mazzucato es el papel del Estado: hace falta crear más alianzas público-privadas porque es falso que el Estado no sea capaz de crear valor. Una vieja idea anclada en el mismo origen de la ciencia económica. O en palabras del propio Papa:
Me sorprendió la forma en que los éxitos empresariales alabados como resultado de los esfuerzos o el genio de las personas son en realidad el fruto de una inversión pública masiva en investigación y educación. Sin embargo, los accionistas obtienen grandes beneficios y se considera que el Estado supone una carga para el mercado.
En su último libro esta apasionada profesora, madre de cuatro hijos, aficionada al pan casero y a la natación en sus ratos libres, plantea una cuestión casi filosófica: ¿qué es valor? Según Mazzucato, “nuestra teoría de quién crea valor es una de las razones por las que la riqueza se distribuye de manera tan desigual".
Kate Raworth
La británica Kate Raworth trabajó durante años en Naciones Unidas, luego en la ONG Oxfam hasta que dio el salto a la Universidad de Oxford. Fue allí donde dedicó tiempo a reflexionar sobre lo que terminó llamando ‘la economía donut’ (o rosquilla, en su versión española publicada por Paidós). Ella se presenta como una especie de economista renegada. Cuenta que cuando estudiaba la carrera ya se preguntaba cómo era posible que ninguna ecuación tuviera en cuenta el impacto en la utilización de los recursos, el medio ambiente, las personas... “No hay nada que crezca para siempre en la naturaleza, ¿por qué habría de hacerlo la economía?”, plantea esta economista. “Hay que tratar de sacar este chip de crecimiento interminable de la cabeza de los políticos y las empresas”, explicaba hace dos años en el Foro de Davos.
Su brújula donut plantea objetivos sociales y medioambientes que deberían limitar/condicionar la actividad económica. Cuestiones como el acceso al agua, el empleo, la educación y la contaminación, el cambio climático o la pérdida de biodiversidad.
Raworth reconoce que no escribió el libro para los políticos, pero fueron algunos de ellos los más entusiastas con la idea de la economía donut. Jacinta Arden, la líder del gobierno de Nueva Zelanda fue una de ellas. Esta economista sigue promocionando esta visión que últimamente se ha abierto paso también en el terreno del diseño de las ciudades. Es consultora para grandes empresas que quieren cambiar de mentalidad y compatibilizar la rentabilidad con la sostenibilidad (social y medioambiental).
Stephanie Kelton
Esta profesora propone también un cambio radical quizá todavía más atrevido porque afecta a la sacrosanta. Stephanie Kelton es una de las principales divulgadoras de la llamada Teoría Monetaria Moderna (MMT, por sus siglas en inglés). Básicamente, lo que viene a decir es que un país que emite su propia moneda nunca puede quedarse sin dinero. Esta idea pone patas arriba muchas políticas económicas y recetas seguidas por los Gobiernos.
“Gastar o no gastar es una decisión política no de limitación de dinero”. “Los déficits públicos pueden ayudar a solucionar muchos problemas si se deja de pensar en ellos como si fueran el demonio”. Son algunos de los mensaje de su libro ‘El mito del déficit’, que se ha traducido hasta al chino recientemente. Kelton trabajó como asesora del senador Bernie Sanders en el comité de presupuestos del Senado y en la campaña de primarias del partido demócrata. En la actualidad es profesora en Stony Brook University (EE.UU.).
La MMT viene a ser, según la propia Kelton, una especie de giro copernicano en la disciplina aunque otros colegas tachan a estos economistas de visionarios “locos” que piensan que el dinero crece en los árboles y cosas por el estilo. ¿Cómo se podría aplicar en el contexto actual? Parte de la enorme deuda que están acumulando los países como consecuencia del covid podría eliminarse con un simple click en un ordenador del Banco Central Europeo.
A diferencia de Raworth, por ejemplo, lo que propone Kelton no es tanto un repensar sino un cambio radical. “Muchas cuestiones las hemos entendido siempre justo al revés de como realmente son”.
Carlota Pérez
La última de esta lista es también la más veterana. Esta venezolana, experta en el impacto socio-económico del cambio tecnológico ha cumplido 81 años. Podría ser como la arquitecta del grupo porque es la que tiene quizá una visión más panorámica sobre la situación actual. A su edad, sigue muy activa dando conferencias y hablando de la fase a la que nos ha llevado la revolución tecnológica actual. Pérez es una experta en este tema.
En todas las revoluciones tecnológicas ha ocurrido siempre lo mismo, sostiene esta profesora ahora en la Universidad de Tallin. “Hay una primera fase donde la tecnología se va creando e instalando, financiada por los bancos. Llega un momento en el que hay demasiado dinero en los bancos y las bolsas y se produce el colapso. Esto ha ocurrido siempre. Entonces llegan las crisis, las recesiones, el descontento y normalmente es el Estado el que toma cartas en el asunto. Las finanzas quedan relegadas y se favorece el capital productivo”, explica en sus charlas.
El mundo se encuentra ahora mismo en esta fase de la revolución de la información que se inició en los años setenta. La tecnología ya está instalada, ahora todos los sectores pueden sacar provecho de ella. Ha llegado el momento de entrar en lo que ella llama “una edad dorada sostenible y global” que pueda beneficiar a todos. Sin embargo, su consecución no está garantizada y dependerá mucho de las decisiones que se tomen ahora: de los políticos y la opinión de los ciudadanos.
El cambio no vendrá de la mano del mercado, sostiene Pérez. Hace falta una visión global de hacia dónde se quiere ir. Una visión que no existe a nivel individual en las empresas. Estamos en el momento de redefinir las reglas del nuevo sistema. El futuro que imagina esa mujer es próspero, más verde y menos materialista.